Las Aventuras de Leucipe y de Clitofonte, Aquiles Tacio

Novela griega en ocho libros de Aquiles Tacio (siglo IV d. de C. aprox.). Clitofonte de Tiro, joven de diecinueve años, se enamora en cuanto la ve de su pri­ma Leucipe, que ha venido a vivir en su casa precisamente cuando él está a punto de someterse de muy mala gana al matri­monio de conveniencia con Calígona, her­mana de Leucipe. Pero como Calígona, gra­cias a un trueque de personas, es raptada por un fogoso enamorado de Leucipe, Cli­tofonte logra entrar en el corazón y en la habitación de su bella prima y está a pun­to de obtener plena satisfacción de sus de­seos cuando la madre de ésta se lo impide presentándose en el oportuno momento. Para evitar las iras familiares, los dos ena­morados huyen hacia Alejandría y su par­tida por mar, como es de rigor en este gé­nero de literatura, señala el comienzo de una serie de aventuras que se siguen unas a otras sin la menor coherencia ni necesi­dad psicológica, hasta que al autor le place poner fin. Tempestades y naufragios, piratas y bandidos, enamoramientos repentinos y poderosos, se conjuran para separar a los fieles y castos amantes.

Dos veces Clitofon­te ve a Leucipe degollada ante sus ojos y dos veces la vuelve a encontrar viva des­pués de las más grotescas casualidades. El episodio más extenso, que ocupa toda la segunda parte de la novela, es el de Melita, una rica viuda de Éfeso, que se ena­mora de Clitofonte, cuando éste por segun­da vez había perdido a su novia. El desgra­ciado joven, puesto que el tiempo comienza a curar su herida sentimental, consiente en seguir a la hermosa a Éfeso para casarse con ella; pero al llegar allí las cosas se com­plican: Leucipe se encuentra más viva que nunca entre las esclavas de la casa; el ma­rido de Melita resucita también de un nau­fragio y pone en un brete a la familia, metiendo en la cárcel a Clitofonte bajo acu­sación de adulterio y asediando a la pobre Leucipe. Algún atisbo de observación psico­lógica, especialmente en la presentación del desesperado amor de Melita, naufraga en el farragoso final, entre procesos, peroracio­nes judiciales, juicios de Dios, efectismos teatrales de toda clase. Cuando Clitofonte está a punto de ser condenado a muerte, se presenta en el momento oportuno el padre de Leucipe para poner las cosas en su sitio, y la situación se resuelve rápidamente con la reivindicación de los inocentes, la con­dena del rey y las bodas de los venturo­sos amantes. Lo notable es que después de tantas aventuras, minuciosamente contadas, el novelista despache con pocas palabras la reunión final de sus héroes. El interés del narrador se dirige principalmente a la ex­terioridad aventurera, mientras sus persona­jes son títeres, a los cuales les pega los sen­timientos desde fuera como si fuesen ropas de varios colores. Fruto tardío de una cul­tura agotada, la novela griega es retórica, de corte clásico, henchida de reminiscen­cias literarias y de doctrina de escuela; pero con todo ese aparato no consigue dar uni­dad y vida al cúmulo de sus elementos, y sólo expresa un sentimentalismo débil y sin alma.

Docto en su intención y popular en su resultado, apto para un público de gus­tos poco refinados y épocas de cultura re­fleja y escolar. Grande fue, en efecto, su fortuna en el mundo bizantino. La obra de Aquiles Tacio se distingue a lo más de sus novelas hermanas por cierta fastuosidad de estilo y por una corriente de sensualidad que rompe con efectos a veces grotescos la costra de su sentimentalismo amanerado. [Una parte de los episodios de esta no­vela extraídos de los Razonamientos amo­rosos [Amorosi Reggionamenti] de Ludovico Dolce se incorporaron a la Historia de los amores de Clareo y Florisea de Alonso Núñez de Reinoso, publicada en Venecia, 1552. Valiéndose de la traducción italiana de Angiolo Coccio (Venecia, 1550), Diego de Agreda y Vargas publicó una traducción castellana muy infiel: Los amores de Leucipe y Clitofonte, Madrid, 1617].

A. Brambilla