Las Amorosas, Alphonse Daudet

[Les amoureuses]. Composiciones poéticas de Alphonse Daudet (1840-1897), publicadas en 1858 y en una nueva edición en 1873 con el subtítulo «Poemas y fantasías; 1857-1861» [«Poémes et fantaisies: 1857-1861»]. La parte más ori­ginal es la de las «amorosas», es decir las poesías dedicadas a la incertidumbre del amor y de las cosas amables: es una tenue consideración de la realidad de la vida, sin sumirse del todo en una apasionada exal­tación de los afectos, sino cubriendo con un juego que es señal de reserva y de timi­dez el fantaseo sobre una felicidad huma­na. Se trata de un romanticismo fácil y sen­timental que dirigiéndose a los niños que duermen en la cuna les habla pensativa­mente de la vida («A los pequeñuelos» [«Aux petits enfants»]) y teme que la te­rrible enfermedad les mate con traición si­milar a la de Herodes («La difteria» [«Le croup»]); pero los acentos más amables del poeta se refieren a imágenes de amor, he­chas de idilio y juventud, como cuando evoca el encuentro con su primita en un verjel («Las ciruelas» [«Les prunes»]); o, rica en* instintos y en despreocupación, la pasión por una muchacha ya alejada en el recuerdo («Los cerezos» [«Les cerisiers»]).

Actitud aparentemente escéptica y desen­vuelta es la de «Fanfarronada» [«Fanfaronnade»], donde el autor afirma que no tiene ya la menor fe y que se siente viejo de corazón, tanto que duda de los amigos y de los parientes; pero no creyendo en nada, no cree ni siquiera en lo que ha dicho. Las composiciones escénicas en verso y en pro­sa, añadidas a las primitivas Amorosas com­prenden un relato astuto y malicioso «La doble conversión» [«La double conversión»], donde dos jóvenes, un cristiano y una he­brea — Andrés y Sara—, contrariados en sus amores por los parientes, sin saber uno del otro están a punto de convertirse cada uno a la religión del otro y acaban con­cluyendo que ante sus pasiones, la fe y las creencias no cuentan; y algunas tenues va­riaciones sentimentales, sobre personajes de leyenda y personificaciones de la naturale­za. Entre éstas tienen algún valor: «La no­vela de Caperucita roja» [«Le román de Chaperon rouge»] y «Los ruiseñores del cementerio» [«Les rossignols du cimetiére»], por sus diálogos sutiles y vibrantes de mis­terio y una comprensión delicada de los motivos de que se forma el enigmático espectáculo de la vida. Este libro de Daudet representa en la variedad de su composi­ción una busca de temas literarios más que de realizaciones artísticas, pero tiene notas que no deben desdeñarse por su sentimen­talismo descubierto y vivaz que será una de las características de las obras mayores.

C. Cordié