La Toma de Pamplona, Niccoló da Verona

[La prise de Pampelune]. Poema caballeresco pertene­ciente a las composiciones francovenecianas en torno al ciclo carolingio, escrito por Niccoló da Verona (siglos XIII-XIV).

Es una especie de continuación de la Entrada en España (v.) de un autor paduano descono­cido, quizás un tal Minocchio; los últimos treinta y un versos de ésta son precisamente debidos al autor de la presente obra. Rolando (v. Roldán) llega a Pamplona, en Navarra, y encuentra que el largo sitio está tío (la segunda parte de la Entrada en Es­paña ilustra ampliamente la ira del empe­rador y la gesta de Rolando en el reino de Persia), da ánimos a sus compañeros de armas, ofreciendo su brazo para la continua­ción de la guerra. La ciudad cae ante el valor del ejército franco. La empresa es con­tinuada con éxito; con la ayuda de Desi­derio, rey de los longobardos y vasallo de Carlomagno, muchas otras ciudades de Es­paña son tomadas a los moros en nombre de la fe y de la gloria del emperador. Mejor que la misma Entrada en España la obra revela, además de la transformación de la materia lingüística por los elementos dia­lectales venecianos y lombardos, una pro­funda refundición del asunto caballeresco.

En esta nueva tradición épica, Rolando, que pronto se convertirá en Orlando, se trans­forma paso a paso en senador romano, caba­llero de Italia; también los longobardos apa­recen en la narración histórica. El mismo Carlomagno se nos presenta como restaura­dor del Imperio, de estirpe y alma latinas. En forma similar las distinciones entre ciclo bretón y ciclo carolingio van desaparecien­do, encaminándose a la fusión de ambos temas que culminará en Boiardo y en Ariosto. En La toma de Pamplona, sin embargo, la narración está todavía inspirada por un sen­tido épico, trata a los héroes con seriedad y admiración, ensalza sus gestas y su temple de hombres excepcionales en defensa de la civilización latina y de la Iglesia. No faltan episodios melodramáticos de singular belle­za, y figuras vivas y notables. Así la del an­ciano rey pagano que quiere matar a su hijo porque ha renegado de su religión: por tres veces levanta el cuchillo sobre el joven que duerme, pero no se siente con fuerzas y huye desesperado y llorando.

La fuente es en gran parte la Crónica apócrifa de Turpín (v.), pero el autor había efectuado sin duda el viaje a Compostela, o adquirido infor­maciones directas de un peregrino; tanto demuestra conocer los caminos del pere­grinaje.

C. Cordié.