La Rueda de la Fortuna, Antonio Mira de Amescua

Drama del poeta español Antonio Mira de Amescua (15749-1644), representado, según un testi­monio de Lope de Vega, en 1604. Es una de las obras más originales del dramaturgo, por más que la barroca riqueza de sus in­cidentes vaya en detrimento – de su armonía y su eficacia. La trama deriva de un epi­sodio historicolegendario tomado de las Des­venturas de los hombres ilustres (v.) de Boccaccio y puesto a contribución también en el Heraclio (v.) de Corneille, el cual no es cierto que, como se dice, conociese el drama del español.

El emperador de Orien­te, Mauricio, nombra nuevo capitán general a Filipo, humillando y maltratando al an­tiguo capitán general Leoncio, vencido des­graciadamente en batalla contra los persas. Leoncio ha traído consigo a la corte una bellísima mujer persa, Mitilene; y de ella se enamoran libidinosamente el emperador Teodosio y el príncipe Filipo, el cual es amado por la princesa Teodolinda, que se consume de celos. Intemperante y violento, Teodosio querría hacer suya a Mitilene y llega hasta el punto de abofetear a su ma­dre, la buena emperatriz Aureliana, que se opone a sus brutales propósitos. También el emperador Mauricio ve en su propia esposa un obstáculo para sus deseos, y manda encarcelarla, acusándola de apoyar la intervención del Imperio de Oriente a favor del papa Gregorio. Contra el empe­rador se alza amenazador y lleno de funes­tos presagios Focas, un plebeyo que se hace intérprete de la indignación popular por la impiedad de Mauricio. Mitilene, puesta a salvo por la emperatriz entre una buena familia del campo, a quien ella confía ser la joven hija del rey de Persia, se enamora del joven pastor Heraclio, y es salvada por la intervención de Leoncio de una tentativa de violencia de Teodosio, que ha descubier­to su refugio. En tanto, el pueblo destrona a Mauricio y ofrece el trono a Leoncio; pero éste renuncia y es elegido Focas, quien hiere mortalmente a Mauricio.

El viejo em­perador moribundo se entera por Aureliana que el hijo de ellos no es Teodosio, sino el supuesto y honrado pastor Heraclio, a quien antes de expirar, Mauricio, arrepentido, da sabios consejos de bondad y de piedad. Después de matar a Focas para vengar a su padre, Heraclio es elegido emperador. Leoncio hace además otra renuncia: la de Mitilene, a quien ama y a la que tiene derecho por haberla salvado de Teodosio, para que ella sea feliz con Heraclio, y la emperatriz consiente en que’ la infanta Teo­dolinda se case con Filipo. Movida y ver­tiginosa, la acción se desarrolla en una sucesión continua de efectismos, aumenta­dos en número y ritmo hacia el final de los actos, en orden progresivo en su sucesión; y con mucha razón se ha hablado de «caso dramático» a propósito de este drama des­igual y poderoso, cuyo fin moral está do­minado por un cálido aliento trágico y una fuerza de individuación psicológica que se apodera de los personajes y de sus pasio­nes; desde la monstruosidad de Teodosio a la inquietud interior de Mauricio, y a la nobleza de Leoncio y de la emperatriz. La «loa» inicial, de un centenar de versos, con que el autor presenta su drama al pú­blico, repite, parcialmente modificado, el tema de la narración XLVI de Bandello (la del emperador Maximiliano que ofrece su ayuda a un leñador en el bosque donde se ha perdido durante una partida de caza).

G. C. Rossi

La Rueda de la Fortuna, mezcla extraña de emoción, versos declamatorios y rasgos estrafalarios, da idea del tipo medio de una comedia, abundante, innovadora, des­igual y a ratos con ricas imágenes y huellas de ritmos populares. (Valbuena Prat)

* El drama de Mira de Amescua fue re­fundido por Pedro Calderón de la Barca (1606-1681) en la comedia En esta vida todo es verdad y todo es mentira (v.), publicada en la Tercera parte de su teatro (Madrid, 1664).