[La Princesse d’Élide] Comedia-ballet de Molière (Jean-Baptiste Poquelin, 1622-1673), estrenada en 1664. En el conocido marco de la Grecia mítica y pseudoprimitiva de las fábulas pastoriles se desarrolla una suave intriga amorosa sobre el tema de la helada indiferencia de la bellísima princesa de Elide, que, encarnizada partidaria de Diana, desdeña y rechaza a numerosos pretendientes.
A su alrededor, Aristoméne, príncipe de Messene; Théocle, príncipe de Pyle, y Euryale de Ithaque, que acudieron a Elide con ocasión de ciertos juegos atléticos, rivalizan en galantería. Pero Euryale, más astuto que los otros, con la ayuda del bufón de corte Moron, en cierto momento piensa cambiar de táctica e impresionar a la princesa con una ostentación de indiferencia. Esto estimula e irrita a la joven, a la que nunca ocurrió algo por el estilo; para provocar los celos del rebelde anuncia que por fin se ha decidido en favor de Aristoméne y Euryale por su parte declara que las gracias de Cintia, prima de la^ princesa, llegaron a emocionarle.
Todo acaba, por supuesto, con el triunfo del amor y la feliz unión de los dos jóvenes. Los cinco cortos actos de la comedia están adornados con bailes y cantos. Esta diversión escénica, aunque resintiéndose del tema frívolo y de la acelerada ejecución, pone de manifiesto, en más de una escena feliz, la mano del maestro. Con ésta, al igual que con otras composiciones de este género (por ejemplo Los amantes espléndidos, v.), Molière, tomando de nuevo la gastada materia novelesca de la literatura «preciosa» que triunfó en la primera mitad del siglo, introduce en estos vanos juegos el gusto por el análisis psicológico y una agilidad de expresión ‘ que prenuncian el camino que más tarde recorrerán con suerte sus contemporáneos y los venideros y que llegará a las penetrantes finuras de Marivaux.
M. Bonfantini