[Die Mechanik in ihrer Entwickelung historisch-kritisch dargestellt]. Obra del filósofo y físico alemán Ernst Mach (1838-1916), publicada en Leipzig en 1883. Como advierte el autor en el prefacio, esta obra se propone ser una investigación, realizada con método historicocrítico y con espíritu anti metafísico, de la esencia y de las fuentes lógicas y cognoscitivas de esta ciencia, tomada aquí como modelo de saber científico en general.
El nacimiento de una ciencia va precedida de descubrimientos casuales e instintivos, de máquinas y procedimientos técnicos; después, algunos aspectos constantes de la experiencia, repetidamente observados, son fijados en leyes; pero sólo al final se llega a una ciencia verdadera y propia, como lo es la mecánica, o sea, a una concepción unitaria y coherente de los hechos. Mach estudia el proceso por el que nacen y se desenvuelven los principios de la Estática (cap. I) y de la Dinámica (cap. II), y seguidamente pasa a examinar el desarrollo de la Mecánica como ciencia deductiva formal (caps. III y IV). Por último, se enfrenta con el importante problema de las relaciones de la mecánica con las otras ciencias naturales (cap. V). Junto a las valiosas investigaciones históricas que aquí no se pueden resumir, y sobre la base de ellas, el autor desarrolla una serie de consideraciones críticas y filosóficas, con las cuales, por una- parte, inicia la corriente que en el orden del pensamiento se ha dado en llamar neopositivismo y que tiene sus máximos representantes en Carnap y en Reichenbach, y, por otra, ejerce sobre la física clásica (newtoniana) una crítica que ha abierto el camino y establecido los métodos de la nueva física relativista de Einstein, Weyl y Eddington.
El desarrollo histórico de la mecánica permite, según Mach, estas conclusiones: la formación de cualquier sistema científico está presidida por el principio de economía del pensamiento; la ciencia, en efecto, tiene el cometido de prever los hechos y ahorrar experimentos y tentativas; y por esto su momento esencial consiste en condensar las experiencias en reglas que son expresadas en el lenguaje matemático, no porque la naturaleza esté en sí (como pensaba Galileo) matemáticamente constituida, sino porque la matemática constituye un lenguaje extremadamente simbólico y, por tanto, universal y estenográfico «economía del pensamiento). El esfuerzo de recoger en unidad y sistematizar estas reglas trae consigo la exigencia de demostrarlas exigencia que, si bien deriva de la ley de economía del pensamiento y de la estética de la ciencia, es, con todo, a menudo causa de errores y conduce con frecuencia a un rigor sólo aparente. En efecto- en. el descubrimiento de leyes naturales tienen gran peso algunos conocimientos instintivos. en los que se apoya la conciencia de los descubiertos nuevamente; estos conocimientos instintivos (irreflejos) son erróneamente considerados «a priori»; pero, en realidad, son también conocimientos empíricos.
Por esto la verdadera relación de los diversos principios no es deductiva, sin: histórica: uno domina un campo, otro domina otro campo, y todos abrazan, según una selección que es siempre, a lo menos parcialmente, arbitraria, uno u otro aspecto de los mismos hechos, y contienen una regla sumaria para la representación de los hechos en el pensamiento; y este proceso no queda nunca terminado, ‘y todas las proposiciones, hasta las más sencillas, no sólo pueden, sino que deben, ser continuamente comprobadas con la experiencia. Así. Mach asume, en lo referente a los problemas epistemológicos, una actitud, no sólo anti metafísica, sino en general contraria a la posición racionalista y kantiana. Su posición positivista, que habría podido también dar origen a un racionalismo y a un trascendentalismo todavía más radicales que los del propio Kant, queda, sin embargo, viciada por una confusión del plano lógico con el plano psicológico, pues confunde el problema del fundamento lógico de la validez de las proposiciones fundamentales de la mecánica con las del origen psicológico de las mismas. Mucho más riguroso y fecundo en interesantes desarrollos, ya en la epistemología, ya en la misma física, es, en cambio, su método de crítica de las concepciones de la física clásica.
En general, afirma que no es menester salir de la experiencia, de lo observable y, por lo tanto, es necesario reducir al mínimo «los inobservables» de la física (o sea, los entes no empíricos que se introducen en las teorías físicas) y las hipótesis, restringiéndose a los conceptos y a las hipótesis que sean estrictamente indispensables para escribir fórmulas generales que representen los hechos de la experiencia. Así que Mach, por ejemplo, reduce los conceptos de masa y gravedad a la sola noción de acción y reacción y, anticipándose a la física de Einstein, critica los conceptos de tiempo, espacio y movimiento absolutos, sosteniendo, en cambio, la relatividad de estas cosas, o sea su dependencia de un sistema de referencia, convencional y arbitrariamente adoptado, y, en fin, anticipándose a las más osadas consecuencias de la física moderna, interpreta la irreversibilidad del tiempo como indeterminación, o determinación incompleta, del conocimiento de los fenómenos físicos.
G. Preti