[Man, the Unknown]. En esta obra, publicada en 1934, el célebre cirujano y biólogo franco-americano Alexis Carrel (1873-1944), premio Nobel de medicina en 1912, se dirige a cuantos deseen escapar a la esclavitud de los dogmas de la civilización moderna, y desean un concepto diverso del progreso humano. Es necesario para tal fin una ciencia del hombre que se dedique al estudio profundo de nuestro ser íntimo mediante todas las técnicas conocidas, y comprenda la necesidad de estudiar cada función en relación con el conjunto, abandonando durante algún tiempo el campo del progreso mecánico y, en cierto sentido, de la higiene clásica, de la medicina y de los aspectos puramente materiales de nuestra existencia, y no descuidando, por el contrario, los fenómenos que se salen de nuestros pensamientos habituales y podrán conducirnos tal vez a regiones hasta ahora desconocidas. Fisiología y medicina, sociología, higiene, pedagogía, han estudiado al hombre bajo uno de sus aspectos, pero todos ellos han descuidado el estudio de la psique en su totalidad y complejidad; sobre todo en las investigaciones sobre la biología humana no se ha dado suficiente importancia a las actividades morales, y nuestra civilización hasta hoy no ha conseguido crear un ambiente que convenga a nuestras actividades mentales, ignorando del modo más absoluto el sentido moral; por otra parte, en las nuevas condiciones de existencia creadas por nosotros, nuestras actividades más características se desenvuelven mal y de modo incompleto, como si en medio de las maravillas de la civilización moderna la personalidad humana tendiese a disolverse.
Dado que, a pesar de todos sus esfuerzos, médicos e higienistas no han conseguido prolongar y mejorar la vida humana debemos suponer que el bienestar moderno y el sistema de vida adoptado por los habitantes de la Ciudad Nueva violan algunas leyes naturales. Observando nuestro cuerpo, vemos cómo las correlaciones entre los diversos órganos están aseguradas por la sangre que circula y por el sistema nervioso; cada parte del cuerpo, en su conjunto se adapta al ambiente físico o social; la adaptabilidad es, pues, una manera de ser de todos los procesos orgánicos y mentales; pero en la vida moderna apenas se ha tomado en cuenta esta función importante y se ha suprimido casi completamente su uso, provocando un deterioro del cuerpo y del espíritu; y sólo el conocimiento de los mecanismos de adaptación nos permitirá restaurar y reconstruir el individuo. La sociedad moderna ignora el individuo y sólo toma en cuenta al ser humano, y esta confusión ha creado la estandarización y atrofia de los hombres. La civilización científica deberá abandonar ahora el camino que sigue desde el Renacimiento, volviendo a la observación ingenua de lo concreto, liberarse del prejuicio materialista, evitando sin embargo el incurrir en una reacción espiritualista. Se trata de restablecer en la plenitud de su personalidad el ser humano, estandarizado y debilitado por la civilización moderna; para esto es necesario repudiar los principios cardinales de la civilización tecnológica, y liberar al hombre del mundo cósmico creado por el genio de los físicos y los astrónomos, rehabilitándolo en la armonía de sus actividades fisiológicas y mentales. La profunda doctrina del autor — que a veces se expresa algo ingenuamente en términos de filosofía bergsoniana — se trasluce sin embargo a través del carácter intencionadamente divulgativo de este libro, al que presta convincente calor el ardor de la pasión científica. [Trad. española de María Ruiz Ferry (Barcelona, 1941)].