[L’illusion héroique de Tito Bassi]. Novela del escritor francés Henri de Régnier (1864- 1936), publicada en 1916. Lleno de admiración por Italia y en particular por Vicenza, el escritor imagina la existencia de un pobre diablo, Tito Bassi, que cuenta su mísero destino en un manuscrito que finge haber sido compuesto en 1773.
Hijo de un modesto zapatero y de una vendedora de ropa blanca, el muchacho crece tímido y solitario: absorto en la extática admiración de las grandes cosas contempla la obra de Paladio, la Basílica y el Templo Olímpico, y fantasea poder cumplir un día sus solemnes empresas. Muertos sus padres, Tito es socorrido por los condes de Vallarciero, y convertido en huésped de un rico y singular señor, Alvise Alvenigo, desterrado de Venecia por un desafío. Éste manda vestirlo a la antigua, y en su villa le educa en la recitación y el texto teatral; después lo hace protagonista de uno de sus dramas sobre César. La primera representación en el Teatro Olímpico es interrumpida por la turbación de Tito y los silbidos del público; en cambio, un empresario teatral hace del muchacho un personaje ridículo, un Scarabellino (o Sganarello), un cualquiera que recibe los palos de Arlequín, Briguella y Pantalón. Así comienza a decaer la ilusión heroica de Tito Bassi. Recorre con la compañía toda Italia, bastante aplaudido por el contraste que muestra, entre los golpes y su amor propio, con muecas verdaderamente cómicas; en Verona una dama desconocida, llena de admiración le da citas secretas hasta que le hace saber que, fuera de la escena, el amor de un bufón no ofrece ninguna diversión particular. En Bolonia, la hija de un hostelero, Pierina, se enamora del desgraciado y huye con él.
Pronto la vida del teatro vuelve a apoderarse de Tito, con harto disgusto suyo, pues teniendo la posibilidad de heredar por parte del conde en cuanto dejase su incierto oficio, querría entregarse a una nueva vida. La frívola y procaz Pierina lo vuelve loco de celos, y un día, en Vicenza, exasperado por un bilete amoroso, apuñala a aquella mujer. Es encarcelado, y está a punto de ser ajusticiado; el podestá, que es el propio Alvenigo, ahora su implacable enemigo, no concede al indulto. Llega así el momento de mostrar en el cadalso su propio heroísmo ante la muchedumbre muda de espanto. Pero no tarda en reconocer en el verdugo a Pierina en persona, burlona y sonriente, y en la gran risotada del podestá, como de costumbre extravagante y caprichosa, comprende el origen de la nueva farsa. Hasta frente a la muerte no ha podido ser más que un mísero bufón, sin dignidad ni conciencia de grandeza. La novela, escrita con viva comprensión de los ambientes teatrales, es también un pretexto para hablar de las obras de arte vicentinas y de la vida del siglo XVIII italiano; y por esto nos ofrece una garbosa serie de cuadritos, en que el contraste humorístico del personaje y de sus ideales está velado por una melancolía digna de un romántico «Pierrot».
C. Cordié