Novela de Vicente Blasco Ibáñez (1867-1928), publicada en 1905. Es un verdadero cuadro de costumbres, con cierta intención de crítica psicológica, en la que una vez más se revela la actitud amarga y cruda del escritor valenciano, que si tantas veces buscó en el marco de su región natal la inspiración, en ésta halló sus tipos en el madrileñísimo barrio de Cuatro Caminos, que por aquella época no estaba tan unido a la capital; por esta razón suele clasificarse esta obra junto a La Catedral y La Bodega, estampas también de las tierras españolas, de Toledo la primera y de Jerez de la Frontera la segunda.
La acción discurre en torno a la figura de su protagonista, Isidro Maltrana, hijo de un albañil que se mató un día en un accidente de trabajo, y de una asistenta que pasó sus últimos día en el hospital; para que el cuadro familiar no carezca de ningún antecedente, la abuela de Isidro fue trapera, y un hermanastro del mismo tuvo el productivo oficio de ladrón: Sin embargo, parece que por un momento sonríe la suerte al infeliz Isidro cuando una buena señora le recoge de la miseria y, prendada de su talento natural, no sólo le protege en la vida, sino que se propone incluso darle una carrera universitaria. Muere la señora sin testar, y el muchacho, arrojado de nuevo al arroyo, presa de su falta de voluntad, en vano trata de huir al destino a que los suyos y la herencia de sangre le arrastran. Progresivamente va cayendo y aproximándose más y más a aquellos que con él forman «la horda»; en su caída arrastra a la mujer que ama y que le da un hijo. Ante este hijo, que apenas puede dar sus primeros pasitos, Isidro es por primera vez un hombre de verdad, o por lo menos así lo deja adivinar su promesa; el hombre débil jura, por fin, luchar y buscar el triunfo para salvar a aquel que no quiere que sea una víctima más de una sociedad corrompida y desorbitada.
La obra es, además, una crítica social y una invectiva contra aquellos que no quisieron ver la miseria que rodeaba sus lujosas casas cuando aún era tiempo, y dejaron que la horda amasase sus odios y creciera en fuerzas, que ahora amenazan destruir todos los estamentos preestablecidos.