[La novella del buon vecchio e della bella fanciulla]. Novela corta de Italo Svevo (pseudónimo del triestino Ettore Schmitz, 1861-1928), publicada en 1926 y en un volumen en 1929 junto con «La madre» (de 1910) y otras conocidas obras, como «Una broma bien lograda», «Vino generoso» (ambas de 1926) y «El vejestorio» (1928), introducción de una novela, continuación de la Conciencia de Zeno (v.).
La vida espiritual de un viejo, con sus ilusiones y sus nostalgias, ofrece aquí un excelente motivo para esas introspecciones psicológicas por las que se hicieron famosos los libros de Svevo. Un anciano, que se dedicó siempre a los negocios, ayuda a una muchacha a encontrar trabajo. Es el tiempo de la guerra italoaustríaca, y la joven conduce en Trieste un tranvía, haciéndose notar por su belleza y picardía. Hay en ella algo impetuoso y fresco que encanta: en el corazón del buen anciano va entrando lentamente su imagen, y con un sentimiento de protección y de instintivo afecto, trata de encontrarle un mejor empleo. Acaba por hospedarla algunas veces en su casa; pero la natural filantropía va tomando, en la mente del cansado hombre de negocios, el aspecto de una aventura. Sin quererlo resbala hacia la seducción y el pecado y la joven llega a ser su amante, aunque él sigue tratándola con delicadeza paternal. Pero ahora los celos le trastornan, toda su vida le parece distinta; sufre una súbita enfermedad y helo ahí obligado a salir de vez en cuando en coche con el médico, que le sermonea, y a contemplar la vida de la calle desde una ventana.
Un día ve a la muchacha con un joven, con aire risueño, y nuevas dudas le asaltan, como si se sintiera responsable de la triste existencia de la mujer. En un profundo deseo de ser bueno, se repone algo y vuelve a ver a la muchacha. Pero en vano trata de dar a sus relaciones (cada vez más astutas por parte de la muchacha, que trata de llegar a ser nombrada su hija adoptiva) un carácter de filantropía: en la meditación de la realidad no encuentra más que dolores y desengaños. Hasta que en los últimos tiempos de su vida, el anciano, buscando la felicidad y tratando de explicar sus experiencias por su culpa hacia la muchacha, se hace escritor. Quisiera llevar a cabo la educación de la joven, y lo que escribe sirve para que ella entienda la verdad de sus fines. Pero lentamente el anciano va apagándose; los recuerdos se embrollan en una inútil búsqueda de la verdad. La muchacha ya no es sino un pretexto para un examen profundo y sincero de su vida. Y un buen día le encuentran muerto con la pluma en la mano y las cuartillas esparcidas por el lecho. Así concluye la tentativa de una dolorosa experiencia. La narración es famosa por la límpida evocación de recuerdos e impresiones. Svevo se sirve de su poder de análisis para correr alrededor de la vida del anciano (con evidentes alusiones autobiográficas) un velo de cortés ironía, en una benévola comprensión de los males del mundo.
C. Cordié