La Historia de los Papas Romanos en los Siglos XVI y XVII, Leopold von Ranke

[Die Römischen Päpste. ihre Kirche und ihr Staat im XVI und XVII Jahrhundert], en tres volúmenes, pu­blicada entre 1834-1836, obra del alemán Leopold von Ranke (1795-1886), historiador oficial de Prusia, de formación idealista hegeliana, pero creyente en la objetividad histórica. De origen y formación protestan­te, el autor no podía sentir interés religioso por la historia de los papas, que él debía considerar como algo extraño al Cristia­nismo evangélico.

En realidad, la incor­poró, debido en especial a un interés historicopolítico, en el cuadro de una vasta his­toria de los príncipes y de los pueblos de la Europa meridional en los siglos XVI y XVII, iniciada en 1827. Ante su público protestante, justificó de este modo su obra: «Los hechos eclesiásticos y puramente dog­máticos, no tienen interés para nosotros… En lugar de éstos, existen otros elementos particularmente históricos. No puede hablarse de su influencia sobre nosotros, ya que ella no se deja sentir sobre nuestros destinos espirituales. Sólo tenemos que ocuparnos del poder temporal del Papado y de su desenvolvimiento». Por tanto, nada de historia eclesiástica, sino historia política e historia espiritual, de ideas y de senti­mientos difusos, y no especial ni exclusiva­mente de la organización. Se puede decir que Ranke inició el interés por las fuentes venecianas para la historia de los siglos XVI y XVII, esto es, la valorización de los re­latos de los embajadores venecianos a la Señoría, en los que se describen los hombres, las cosas, los proyectes, las pasiones de las Cortes en las que se hallaban acre­ditados. Y, junto a estas fuentes, valoriza las romanas de carácter análogo, los docu­mentos del estado retenidos como propie­dad privada por las grandes familias papa­les (Corsini, Albani, Chigi, Barberini, etc.), así como las correspondencias diplomáticas de todas las procedencias. En esta pers­pectiva y con tales documentos, la actividad del Papado se le presentó al historiador, casi con sorpresa por su parte, como algo imponente, sugestivo, rico. «En los si­glos XVI-XVII el Papado se siente sacu­dido y en evidente peligro; sin embargo, se mantiene y se consolida, reconquista de nuevo su autonomía y hasta consigue ex­tender su autoridad: por fin se detiene y parece decaer.

En estos dos grandes siglos, en los que el espíritu de las naciones occi­dentales converge preferentemente hacia las cuestiones religiosas, vemos al Papado, ata­cado y abandonado por unos y sostenido y difundido por otros, alcanzar un puesto eminente en la historia del mundo». Desde este punto de vista quiere Ranke contemplarlo con la imparcialidad que él creía posible a un historiador como él, exento de las pasiones confesionales de sus ante­pasados, y más que nunca desembarazado del temor de la tiranía papal. De ello re­sulta una reconstrucción muy viva y pe­netrante, no sólo de la política papal, sino también de los movimientos religiosos del Catolicismo en los siglos XVI y XVII: los retratos pintados al vivo, el gran número de personalidades de la Contrarreforma, el intenso juego de los partidos y de los in­tereses en las comisiones de la Curia y en los tratados diplomáticos, el fervor de la vida religiosa en las nuevas órdenes y en las nuevas Congregaciones, la tenacidad y ductilidad de las fuerzas que propugnaban el concilio que más tarde había de reunirse en Trento, entre tantos impedimentos de dentro y de fuera, la vasta obra doctrinal y disciplinaria del propio concilio, la in­dómita energía que supo mostrar frente al movimiento de la Reforma en alemania. Polonia, Francia, Inglaterra, o al menos tenerle a raya pasando en seguida a la contraofensiva, los vivos conflictos entre los intereses religiosos y políticos en los diver­sos estados: todo esto impresiona e impresionó a los lectores, ganando su simpatía para los puntos de vista del historiador.

Alguna vez, el Papado está visto exagera­damente como una fuerza política, sin mos­trar suficientemente su fondo religioso y moral. Algunas formulaciones doctrinales del Catolicismo están hechas sin precisión o bien sin pleno conocimiento de lo que en verdad significan. Pero en conjunto, la obra de Ranke hubo de ser reconocida como ecuánime y objetiva. Nacida como historia del estado pontificio en los siglos XVI y XVII, la obra se amplió en ediciones su­cesivas: fue arreglada, para uso del gran público, en un primer libro sobre el origen del Papado y su historia hasta fines del siglo XVI, y en un segundo libro que ex­pone brevemente los acontecimientos si­guientes al siglo XVII. [Trad. española de Eugenio Imaz bajo el título Historia de los Papas en la época moderna (México, 1951)].

M. Bendiscioli

… cosechó laureles que otros no pudieron conseguir, hasta el punto de que él, siendo luterano y habiéndolo seguido siendo toda su vida, escribió una historia de los papas del período de la Contrarreforma, favora­blemente acogida en todos los países católicos. (B. Croce)