[The Daughter of Lebanon]. Ensayo de Thomas De Quincey (1785-1850), publicado en las Confesiones de un opiómano (v.) de 1866. Con el habitual artificio capcioso y un poco pesado, pero rico en seducciones, aunque algo envejecidas para el gusto actual, De Quincey narra en breves páginas la aventura de una joven. Hija de un príncipe del Líbano, seducida, y abandonada por su padre, vive en Damasco, en el pecado. Uno de los evangelistas, «un gran médico», la encuentra y siente piedad hacia ella; le habla de Dios, de su gran poder y de su bondad y le pide que formule un deseo, que le será satisfecho dentro de treinta días. Ella cree en las palabras del santo varón y arrepentida, pide volver a la casa de su padre. Pasan los treinta días. La mujer está enferma, moribunda. Pero llega el apóstol que le hace ver a su hermana gemela, por ella tan amada, que murió de dolor por su fuga del hogar y que la espera en el cielo. La mujer muere, feliz de poder reunirse con ella, que había sido su remordimiento y su deseo. También aquí, como en muchas de las mejores obras de De Quincey, un esplendor casi oriental de imágenes y una riqueza de lenguaje fuera de lo común se alían a una afectación no siempre agradable.
A. Camerino