[Hesperis]. Poema épico en versos latinos de Basinio Basini (1425- 1457), terminado, pero sin correcciones definitivas, en 1455, en trece libros: fue publicado en las Obras del humanista, en Rímini, en 1794. Celebra las guerras de Segismundo Malatesta, señor de Rímini, libradas en 1448 y en 1453, como caudillo de los florentinos contra Alfonso y Fernando de Aragón. La obra trata de las guerras que agitaban Italia — la Hesperia — incluso con la intervención de Júpiter y de Mercurio en la lucha contra franceses y españoles llamados clásicamente «celtas» e «iberos». Otras divinidades participan en las empresas, combatiendo bajo las murallas de Piombino y de Vada. Al estilo de la llíada (v.) están descritas entre las batallas las diversas vicisitudes de la historia contemporánea: para glorificar a Segismundo se insertan en el relato épico su llegada a Cataluña, al Templo de la Fama, y luego el viaje al Erebo según motivos inspirados en la Odisea (v.) y en la Eneida (v.). El caudillo, debido a un naufragio, llega precisamente al país de sus enemigos españoles, se encuentra con Psiqueya, hija de Záfiro, que le conduce al palacio paterno: en el Templo de la Fama conoce los misterios de la vida ultrahumana y subiendo por un monte boscoso, que está Copiado del Purgatorio dantesco, encuentra sombras de heroínas, de poetas y de guerreros. En el Erebo, bajo la guía de su padre Pandolfo, ve brillar su historia entre los condenados que se asustan con su aparición. Entre un nuevo desfile de personajes, Tántalo le guía por los reinos infernales y Psiqueya le devuelve al Templo de la Fama: así se embarca de nuevo hacia Italia. Además de esta parte de neta inspiración clásica es notable lo que se refiere a la historia contemporánea (por ejemplo, el episodio que describe el funcionamiento del cañón a la entrada solemne de Segismundo en Venecia y su estancia en Roma entre las iglesias cristianas). La obra, inspirada en intenciones encomiásticas (varias veces es alabada Isotta, la mujer amada por el caudillo), es un importante documento del Humanismo, no sólo por su erudición de tipo clásico, sino, sobre todo, en sus partes mejores, por las finas descripciones de paisajes, mitos y figuras.
C. Cordié