La Gloria, Gabriele D’Annunzio

Tragedia en cinco actos, en prosa, de Gabriele D’Annunzio (1863- 1938), representada en 1899 por Eleonora Duse y Ermete Zacconi y publicada en el mismo año. La obra quería ser otra glori­ficación del Superhombre, pero aquí tam­bién, como en la Gioconda (v.), si algo hay, es precisamente la glorificación de la Supermujer: amplificación turbia y enfática del invencible poder de la mujer sobre el hombre subyugado, como una nueva Hipó­lita del Triunfo de la muerte (v.) y la Pantea del Sueño de un ocaso de otoño (v.) [Sogno d’un tramonto d’autunno]; sólo que aún más turbia, porque representa el sexo, y junto a él la Gloria, el delirio de Poder.

La tragedia lleva a la escena a un héroe, Ruggero Flamma, que combate por la Señoría de Roma contra un dominador ya viejo, Cesar Bronte, al cual arrebata finalmente el poder y a su espléndida aman­te, la Comnena; pero así como en ella reside su incentivo y su fuerza, y así en ella se siente como perdido sin ni siquiera la po­sibilidad de librarse matándola, así también ella es insaciable de voluptuosidad dominadora, dispuesta a favorecer la muerte del primer amante cuando su astro decli­na, y luego a matar ella misma a Ruggero Flamma y entregar su cadáver a la vora­cidad de la muchedumbre rebelde cuando, en la misma situación, tan sólo sabe ofrecerle el amor y el destierro.

Otras confu­siones se añaden a la obra gracias a las «veleidades políticas» de las que la tragedia rebosa, no menos absurdas que en las Vír­genes de las Rocas (v.) [Vergini delle Roece], pero substituyendo la estilización por la grandilocuencia; de tal manera que la obra puede ser considerada sin lugar a du­das como una de las peores de D’Annunzio. La tragedia fue editada junto con La ciu­dad muerta (v.) [La cittá morta] y La Gio­conda, en la traducción francesa del 1903, bajo el título Las victorias mutiladas [Les victoires mutilées].

E. De Michelis