Obra de Agustín Moreto (1618-1669). El duque de Ferrara tuvo un hijo fuera de su matrimonio, y se lo entregó a Roberto, hombre de campo, guarda de parte de sus dominios de caza, para que se lo criara con el suyo. Julio y Carlos crecen juntos, como hermanos, y mientras el primero — a quien Roberto cree que es el hijo del duque — es un zafio y grosero, el segundo — que Roberto cree que es su propio hijo — es fino, letrado. y de condición cortesana. El duque enviuda, y como tiene consigo una sobrina, Aurora, preciosa y discreta, decide dejarla como heredera de su reino; pero antes busca a su hijo para educarlo convenientemente y casarlo con Aurora. Carlos, que la ha visto ya en los montes y se ha enamorado locamente de ella, se acerca para hablarle; y la corteja con tan finos modos y bellas palabras, que la conquista. ¡Júzguese del asombro de la dama y del mozo cuando saben que Julio, el barbarote, es hijo del duque de Ferrara y futuro marido de Aurora! Todos sufren; el primero, Julio, que se ve obligado a alternar con cortesanos mientras echa de menos su campo y sus ajos. Cuando el duque se harta de la simpleza de su hijo y resuelve no casarle con su sobrina y da a ésta por esposo a Alejandro, duque de Urbino, llega Roberto aterrado: su mujer, no menos bruta que su hijo Julio, la esposa del guarda del duque, estando enferma revela a su marido que el verdadero hijo del de Ferrara es Carlos y no Julio. Esto devuelve su razón a la sangre y al propio entendimiento: Carlos es el verdadero hijo del duque, el marido que se merece Aurora. Y Julio, perdonado por su tosquedad natural y bien heredada, merece a su vez casarse con la rústica Gila, que es a quien él quiere.
C. Conde