Su autor, Luciano Francisco Cornelia y Villamitjana (1751-1812), nació en Vich. Escribió muchas comedias, dramas, sainetes, etc. (unos 130), algunos de los cuales se representaban con aplauso en Italia, como observó Moratín, reconociendo que «no reinaba el gusto ático en la moderna Roma». Su producción abundante, de escaso interés y prosaica, satisfacía el gusto de la época. Tenía más condiciones para la comedia por su tendencia al realismo, en ocasiones exagerado, como en La Familia indigente, reflejo de las privaciones de su propia miseria; es un precursor del melodrama, y gustó mucho de asuntos exóticos sobre un fondo de historia fantástica. A veces quiso seguir la regularidad de Moratín; gustaba de llevar a la escena a algunos soberanos de su siglo de países remotos (María Teresa, Federico II, Catalina de Rusia…), y aun a personas de otras razas: negros sensibles (por influencia de Rousseau), etc. Se levanta un poco de la trivialidad corriente cuando imita a don Ramón de la Cruz; sus piezas en un acto valen más que sus comedias largas. Pero de un acto consta La Familia indigente y nada hay en ella que valga la pena. Un matrimonio — noble casado con plebeya—, con dos hijos, se ve en la miseria; el esposo sale en busca de alimentos y está a punto de robar y herir a un hermano suyo, al cual desconoce, y que viene en su socorro de parte de su padre, que ya le había perdonado la boda realizada contra su voluntad. Por fin se reconocen y el usurero que quiso quebrantar la virtud de la esposa famélica, lleva su merecido. En verso, y malo, la obrita no tiene por qué salvarse.
C. Conde