[The Adams Family]. Obra biográfica del historiador americano James Truslow Adams (n. 1878), publicada en Boston en 1930. En este libro, el autor, que no guarda ningún parentesco con la familia que es objeto de su estudio, evoca la historia de una gran dinastía americana durante ciento cincuenta años. Según declara en el prefacio, su intención no ha sido la de componer diversas biografías yuxtapuestas, sino la de trazar la biografía de una familia, «la única en América que durante cuatro generaciones ha aportado constantemente y sin interrupción una contribución de primer orden a la historia y la civilización de su patria». J. H. Adams describe sucesivamente la vida de los diversos representantes del linaje, esforzándose en señalar los rasgos característicos e inmutables que se suceden de una a otra generación. Tras una breve introducción acerca del origen inglés de la familia Adams, que se estableció en Massachusetts hacia 1636, el autor esboza las etapas de la vida de John Adams (1735-1826), que tomó parte activa en la elaboración de la declaración de la Independencia y en la Revolución. Después, de haber sido uno de los tres representantes americanos en las negociaciones del Tratado de París (1783), que consagró la independencia estadounidense, John Adams fue el primer embajador americano en Londres, en 1785. Elegido primero vicepresidente, coronó su carrera política siendo el segundo presidente de los Estados Unidos, después de Washington, en 1797.
Su hijo, John Quing Adams (1767-1848), comenzó muy joven una muy brillante carrera diplomática; fue ministro en La Haya, en San Petersburgo y después en Londres (1815). Nombrado más tarde secretario de Estado (es decir, Ministro de Asuntos Exteriores) en 1817, fue el verdadero creador de la doctrina de Monroe, llegando a presidente de los Estados Unidos en 1825. La tercera generación está representada por Charles Francis Adams (1807-1886). Miembro de la Cámara de los Representantes, fue asimismo embajador en Londres (1861), durante un delicado período de las relaciones angloamericanas, y fue él quien negoció el reglamento del conflicto de Alabama (1871). Los cuatro hijos de este último, desempeñaron carreras menos brillantes que las de sus predecesores, pero no sin éxito. John Quing Adams (1833-1894) fue durante mucho tiempo representante demócrata en el Congreso; Charles Francis Adams (1835- 1915), especialista en ferrocarriles, compuso diversas obras históricas; Henry Adams (1838-1918), redactor jefe de la «North- America Review» y profesor de historia de la Edad Media en Harvard, fue además el autor de aquel libro pleno de erudición y sensibilidad que lleva por título El Mont Saint-Michel y Chartres (v.); finalmente Brooks Adams (1848-1927), historiador y teórico de la historia, ha legado a la posteridad estudios sobre las leyes de la civilización.
Si J. T. Adams no desdeña estudiar los detalles de la carrera política y pública de cada uno de los miembros de esta familia, es, sin embargo, la continuidad de las ideas y sentimientos a través de las generaciones, lo que principalmente atrae su atención. Subraya la independencia moral de la familia, el acusado sentido que sus miembros tenían de su propio valor, y, finalmente, su ambición curiosamente ligada a una gran simplicidad. J. T. Adams cita igualmente ciertos rasgos particulares, como su violencia al escribir, de la que son testimonio los abundantes diarios y autobiografías dejados por la casi totalidad de los Adams. A pesar de la admiración que siente por la familia, el autor no deja por ello de señalar los aspectos menos favorables del carácter de sus representantes. Notable por su imparcialidad, este libro constituye además un interesantísimo documento para contemplar el panorama de la evolución de la sociedad americana.