La Desamparada, Jakob Ignjatovié

[Patnica]. Es la no­vela más importante y extensa del escritor serbio Jakob Ignjatovié (1824-1888), publicada en 1888. Jelica es huérfana desde niña y la tiene recogida su tío Sandor, rico no­tario del Sremsko. A los doce años, su tío la manda a una escuela privada de la ciu­dad y se trae a casa una criada que ter­mina siendo una dueña despótica. Cuando Jelica regresa, se encuentra con que es un huésped insignificante y desagradable y, por añadidura, sin medios, porque su tío le ha usurpado lo que le dejaron sus pa­dres. Perseguida por la criada, vuelve a la ciudad y se refugia en casa de unos parien­tes. Poco después, un rico señor, Mrgodié, que siente por ella una viva simpatía, la casa con su hijo Milos. La pausa de tranqui­lidad es breve, ya que Milos cae enfermo y muere. Su tío Sandor, empujado por su amante, se halla arruinado por unas locas especulaciones y se envenena; Jelica queda, por lo tanto, sola, con una niña enfermiza, expuesta a las insidias del suegro.

Rechaudo, el viejo trata de comprometerla con Milan, un amigo de Milos. El juego da re­sultado, y entonces el suegro le quita la niña y la echa de casa. Milán, que aunque tardíamente quisiera reparar las consecuen­cias de su ligereza, muere de una enfer­medad repentina. Jelica, de nuevo sola y sin techo, afronta valerosamente la vida y se gana su pan cosiendo. Un capitán re­tirado, que la conoció en casa de su tío, la ayuda contra la malignidad de la gente. Por fin, la muerte del suegro lo resuelve todo: Jelica hereda, le restituyen la niña y comienza finalmente una vida tranquila. Aunque no siempre psicológicamente verda­dera y un poco demasiado patética en bus­ca de efectos, la novela se desenvuelve con soltura. En la caracterización de la muche­dumbre en torno a los protagonistas, el autor tiende marcadamente a lo típico; la descripción del ambiente, las observaciones provincianas, están vivificadas por recuer­dos autobiográficos. La desamparada, que fue uno de los libros más leídos en Serbia a fines de siglo, es el mejor representante, en esta literatura, de la novela centrada en torno a una mujer perseguida, según la tradición de Richardson.

L. Salvini