[La crise morale du temps présent et Véducation humaine]. Obra polémica del francés Alfred Loisy (1857-1940), publicada en 1937. Inspirada en un agudo y tormentoso sentido de la religiosidad y en una moral austera y rigurosa, el autor se sitúa ante la política contemporánea. Por falta de una base clara y cierta, el mundo vaga por los meandros del relativismo; olvidadas las bases esenciales de las relaciones entre la política y la moralidad, entre la acción y el pensamiento, se cede a la violencia, olvidando que también en la convulsa fiebre del obrar se siente el anhelo de un Dios que no conocemos y que obra en nosotros. Abandonando los mitos religiosos, que caen ante la crítica para dejar lugar a un sentimiento de lo divino más íntimo y real, se aceptan nuevos mitos no menos postizos; entre éstos, domina el de la fuerza.
Pero la moral fundada sobre la justicia no se puede conculcar; es necesario sentir verdaderamente la religión de la humanidad y comprender el largo y doloroso camino de los pueblos hacia la luz, para hermanarse en una aspiración común de civilización y de bien. Las condiciones de la moralidad se hallan en el abandono de la ciencia pura y positivamente humana, y en la restauración de los valores de la familia, de la sociedad, de la humanidad; sólo en la conciencia de una realidad religiosa, pueden los hombres alcanzar la finalidad de su vida, la del respeto del prójimo y de la ayuda fraterna para una obra común. De este modo, la tradición, en lugar de despedazarse y de vacilar con las crisis, se vigorizará con nuevas fuerzas y la humanidad ascenderá por su calvario, hacia el reino de la luz y del amor. La obra testimonia, en el último período del notable investigador del cristianismo, la exigencia de una libertad religiosa que se identifica con la libertad moral y la libertad política, y también por su referencia polémica a la historia de la Europa contemporánea.
Su propia angulosidad, a menudo combativa y acre contra actitudes políticas, ha de considerarse en el plano de un moralismo integral, basado en el drama de una religión de amor que es misterio y fe, y en el contraste con el mundo de la acción y de la violencia. Por este carácter, Loisy se cierra en su posición radical de moralista, sin valorar históricamente los nuevos motivos en los que se debate la reconstrucción de una nueva Europa.
C. Cordié