[Die Verschwórung des Fiesco zu Genua]. Tragedia en prosa, en cinco actos, de Christoph Friedrich Schiller (1759-1805), escrita en 1782-83. Con Los bandidos (v.) y con Cábalas y amor (v.) pertenece a los años juveniles del poeta, sujetos a la influencia del «Sturm und Drang» (v.), y es su primera obra de tema histórico que abre la serie de dramas en los cuales, naturalezas vigorosas luchan por dos ideales igualmente caros a los hombres: el poder y la libertad. Al igual que los demás trabajos juveniles de Schiller, La Conjuración de Fiesco se resiente mucho de las osadas teorías de Rousseau, y del Goetz de Berlinchingen (v.) de Goethe, pero también Plutarco influyó en la idea y en la composición de la tragedia. Fiesco es, en su primera concepción, uno de tantos héroes plutarquianos que, en nombre de la libertad y de la patria, se rebelan contra toda opresión.
Schiller sacó el argumento de la Conjuración de Fiesco (v.), obra histórica del cardenal de Retz, pero la trató libremente: el tirano Giannettino, de la poderosa familia de los Doria, contra el cual Fiesco conspira, no ha existido jamás, como tampoco corresponde a la verdad histórica el fin de Fiesco, cuya trágica muerte fue sólo debida a la casualidad. La república de Génova, fuerte y floreciente gracias a su gran almirante Andrea Doria, el cual, a pesar de haber casi usurpado un poder absoluto, gobernó la ciudad con justicia y vigilando su libertad, ha pasado a manos del sucesor y sobrino del almirante, Giannettino, cuya tiranía provoca muy pronto una peligrosa conjuración contra los Doria. Verrina, ardiente republicano, cuya hija fue forzada por Giannettino, convence a Fiesco, conde de Lavagna, de que se una a él para reconquistar la libertad perdida y se ponga a la cabeza de los conjurados. La conspiración es coronada por el éxito, los Doria son derrotados y Génova se hace la ilusión de estar salvada, cuando un nuevo enemigo se presenta; es el mismo Fiesco que, aspirando al poder, se hace proclamar duque. El amor ilimitado y fiel de su Leonora no consigue sofocar su desmesurada ambición; ni siquiera la dura e inflexible fe republicana de Verrina es capaz de arrancarlo de su peligroso programa.
La catástrofe es inevitable : el Bruto fracasado se convierte en un César fracasado que paga su orgullo con la muerte; no con el puñal, sino por el empujón de Verrina, que le hace caer al mar. Y Verrina, el republicano, el verdadero Bruto, vuelve a Andrea Doria, viejo y glorioso almirante: sólo él puede garantizar la segura prosperidad de su ciudad, el respeto a la libertad, y la tan deseada paz. Las figuras femeninas son todas de segundo plano: Berta, hija de Verrina, la Virginia (v.) de esta tragedia; la condesa Julia Imperiali, hermana de Giannettino, amante de Fiesco, y Leonora, la dulce criatura, la enamorada esposa de Fiesco, que primero sueña en él como en un gran héroe futuro, pero que sacrifica también estos ideales cuando, demasiado tarde, se da cuenta de que aquella ascensión peligrosa podría costarle el amor de su marido. Comparándola con Los Bandidos, La conjuración de Fiesco tiene ya un lenguaje más puro, menos oratorio, que en algunas escenas llega a rozar un claro lirismo, mientras que en Los Bandidos domina el tono polémico contra una sociedad corrompida.
Con todo, La conjuración de Fiesco tiene un campo más limitado: las discordias de un pueblo y la lucha contra un tirano; y sus horizontes son también más restringidos, así como su aliento: no siempre se salva de caer en el peligro de la «historia escenificada». En el teatro se sostiene porque tiene dos o tres primeros papeles adecuados para el lucimiento de grandes actores. Las unidades de lugar y tiempo son respetadas rigurosamente: la acción se desarrolla en el palacio de los Fiesco, en Génova, y no dura más que tres días, desde la medianoche del 31 de diciembre a la noche del 2 al 3 de enero. [Trad. española de Eduardo Mier y Barbery en Teatro completo, tomo II (Madrid, 1883), y de José Yxart, en Dramas de Schiller, volumen II (Barcelona, 1909).]
O. Lennovari