[La bella mano]. Es el título del cancionero del romano Giusto de’ Conti (1389-1449), poeta de ambigua clasificación histórico-literaria, pues su poesía se relaciona, en cierto sentido, estrechamente con Petrarca, y por otro, lejanamente con el estilo ingenioso de Tebaldeo y de Sera- fino dall’Aquila, dos precursores del XVII. El cancionero, compuesto en el año 1440, comprende ciento cuarenta y seis piezas, entre sonetos y canciones; tres cantos en tercetos y un cuarto canto, penúltimo de la recopilación, que es una fría y arbitraria mezcolanza de tercetos y estrofas y fragmentos de estrofas de balada o canción. Como se ve, reproduce el orden de las poesías petrarquescas: los cuatro cantos corresponden, por razones métricas, a los Triunfos; el último es, incluso, un verdadero triunfo, el triunfo de la bella mano de la amada que termina con un final fuertemente contagiado del estilo petrarquesco y dantesco. Giusto de’ Conti es un hábil pero frío reconstructor de los temas petrarquescos, es decir, poeta por el solo auxilio de la memoria. Como todos los imitadores, irritado contra el estilo que lo domina, trata de evadirse con una reforma mecánica del aspecto exterior del modelo y con variaciones ingeniosas. De modo que su cancionero es esencialmente un documento del culto a Petrarca, uno de los primeros arbolillos que brotan en el terreno más tarde recubierto por la vasta selva del petrarquismo del XVI.
D. Mattalía
Buenos trabajos, en verdad, pero de mosaico, sin creación y sin unidad de composición. (Foscolo)