La Bella del Buon Selvaggio, A. D’Ancona

La cantinela que A. D’Ancona aseguraba ser «resto de una balada quizás anterior a los tiempos de Lorenzo el Magnífico», se consi­dera hoy como una de aquellas que se can­taban y representaban mímicamente según la manera descrita en una epístola latina de Giovanni del Virgilio. «Por el hermoso cantar de un mirlo / no puede la bella dormir» [«E per un bel cantar d’un merlo / la bella non puó dormiré»]; entonces se le­vanta «desnuda, desnudita» [«nuda, nudella»] y se va al jardín bajo un almendro en flor, donde se viste y calza en espera de su dulce amor. «Llegó el pájaro del Buon Selvaggio / y sobre el hombro se le posó» [«Venne l’uccello del Buon Selvag­gio / e’n su la spalla se gli posó»]; metió su pico en la oreja de ella, bajo sus rubios cabellos, y hablóla en su lengua, «pero la bella no lo entendió» [«e la bella non lo’n- tendeva»]. Todo es aquí amable: amable la imagen y amable la cantinela, pero aletea en toda la fábula algo misterioso, lo mismo que en las canciones similares bretonas y francesas, por ejemplo en la Bele Aelis. Quien quiera saber lo que decía el Buon Selvaggio, que oiga, aconsejaba D’Ancona, el siguiente «rispetto» toscano: «El primer día de las calendas de mayo / fui al huer­to a coger una flor; / en él hallé un sil­vestre pajarillo / que discurría de cosas de amor. / ¡Oh pajarito que viene de Flo­rencia!, / enséñame cómo comienza el amor. / El amor comienza con sones y can­tos / y después termina en dolores y llan­tos. / El amor comienza con cantos y con sones / y después termina con llantos y dolores. [«II primo giorno di calen di Maggio / andai nell’orto per cogliere un fiore / e vi trovai un uccellin selvaggio / che discorreva di cose d’amore. / O uccellin che vieni de Fiorenza!, / insegnami l’amor come comincia. / L’amor comincia con suoni e con canti / e poi finisce con dolori e pianti. — L’amor comincia con canti e con suoni / e poi finisce con pianto e do­lori».].

F. Antonicelli