La Batalla De Brunanburh

[The Battle of Brunanburh]. Bajo este título se conoce una composición anglosajona de 73 versos aliterativos de época y autor des­conocido, que se encuentra completa en cuatro manuscritos de la Anglo-Saxon Chronicle. La vivacidad de las expresiones y el interés por los personajes, inclinan a supo­ner que el poeta sea contemporáneo o ape­nas posterior al acontecimiento. Celebra la gloriosa victoria del rey Aethelstan, sobrino del gran rey Alfredo, contra Constantino, rey de Escocia y sus aliados: los celtas de la Strathclyde, Owen con los Bretones de la Cumbria, Anlaf rey de los vikingos de Ir­landa y los daneses rebeldes de Yorkshire. La batalla tuvo lugar en 937 en Bruanaburh, localidad seguramente del Lancashire, no bien identificada. El poeta exalta con líricas expresiones el valor de Aethelstan y de su hermano Eadmund, que en una en­carnizada lucha que dura todo el día han matado a cinco jóvenes reyes, han puesto en fuga a los enemigos, obligando a los pi­ratas vikingos a refugiarse en sus barcos. El viejo rey Constantino, «el caudillo de gris melena», «no tuvo de qué reírse»; con despreciativo humorismo el poeta sajón le llama «astuto» porque incautamente ha creí­do vencer teniendo muchos aliados. Ahora ha tenido que huir hacia sus áridos Highlands nórdicos, dejando muerto en el cam­po a su hijo mozo y a sus mejores guerre­ros.

Y los dos hermanos victoriosos, el rey y el «etheling» Eadmund, «se fueron hacia su país, la tierra de los sajones de Occiden­te, dichosos por la lucha gloriosa» dejando a «los cuervos negros de pico puntiagudo» y la «fiera gris, el voraz lobo de la selva» saciarse con los cadáveres. El altanero bar­do sajón concluye diciendo que «antes que ésta, en la isla no hubo nunca matanza tan grande de gente a filo de espada, a juzgar por lo que se lee en los libros de los anti­guos sabios», desde el tiempo en que «de Oriente llegaron los sajones y los anglos cruzando el ancho mar para alcanzar la tierra británica y como soberbios forjadores de batallas, derrotaron a los velscios (cel­tas)». El canto, enfáticamente alabador para los sajones y sus jefes, no carece de una imaginativa fuerza descriptiva. Tiene alguna eficaz expresión lírica y es importante, sobre todo, por la reevocación de la mayor victo­ria conseguida por la dinastía sajona de Alfredo sobre los pueblos enemigos, que de­terminó la definitiva unión del elemento de la primera gran invasión danesa con el pueblo anglosajón.

G. Lupi