La Barraca, Vicente Blasco Ibáñez

Novela española de Vicente Blasco Ibáñez (1867-1928), publicada en 1899. En la huerta que rodea a Valencia hay una finca abandonada y maldita. Ha habido un crimen, y los aldeanos de la co­marca, por solidaridad con el homicida, se han empeñado en que nadie vuelva a habi­tar ni cultivar la finca por cuenta de los herederos, un forastero fuerte, resuelto y necesitado, Bautista Borrull, desafía la mal­dición popular y va a instalarse, junto con su familia, en la trágica finca. El odio del país, fomentado por el vicioso e influyente Pimentó, acompaña los esfuerzos de Bautis­ta y de los suyos y provoca el primer dra­ma. Los hijos de Bautista, objeto del odio de la chiquillería, responden a la violencia con la violencia, pero el menor, Pascualet, lanzado a un canal por sus pequeños ene­migos, enferma y muere. Con la muerte del niño, el alma generosa del pueblo empieza a vibrar de simpatía humana por los intru­sos: Bautista y los suyos pueden imaginar durante algún tiempo haber vencido para siempre la resistencia y la hostilidad, y por otra parte la tierra, rescatada del largo re­poso, asegura a los tenaces trabajadores vi­sibles ganancias. Pero muy pronto una riña de taberna despierta los odios adormecidos: Pimentó hiere a traición a Bautista, pero en el choque recibe una herida mortal. En la cabaña de Bautista, convaleciente de su he­rida, se viven horas de espera angustiosa. Se teme, más que el recurso a la justicia, la ira popular, que, en efecto, se desenca­dena salvajemente, pues por la noche la cabaña que se levanta en la finca maldita es incendiada. La barraca es no sólo la me­jor novela de Blasco Ibáñez, sino también el producto más significativo de la litera­tura naturalista española. Los huertanos de Blasco Ibáñez no tienen nada de las bestias descritas en la Tierra (v.) de Zola; son in­dividuos y masa salvajes y generosos a un tiempo, primitivos y en ciertos momentos en posesión de una ética noble y ruda.

A. R. Ferrarin