Es una «novela picaresca» como la define su autor, el escritor, comediógrafo y pintor catalán Santiago Rusiñol (1861-1931). Tras un breve prólogo y unos versos laudatorios, el autor empieza a narrarnos en primera persona las aventuras y desventuras de Josepet, el protagonista. La intención del libro es declarada en las primeras líneas: «Si un deseo interior me conduce a explicar mi vida, no es porque ésta haya sido ejemplar; es por lo que dejó de serlo por lo que quizás podrá servir de ejemplo».
Josepet nace en el empalme ferroviario de la línea de Gerona y su origen es dudoso. Su padre, secretario del municipio de la villa catalana de Sant Celoni, le instruye en todo género de trampas. Para estudiar el bachillerato marcha a Gerona y vive en casa de un tío suyo que ejerce simultáneamente los oficios de barbero y curandero. La sórdida estrechez a que le obligan sus tíos — situación tópica en las novelas picarescas — le instruye suficientemente sobre la vida. Al fin huye. Acompaña por el mundo a un nigromántico, de cuya mujer se hace amante; se da al juego; trata con cómicos; vende joyas falsas, etc. La muerte de sus tíos le depara una oportunidad de dinero — ya que conocía el escondrijo donde aquellos lo tenían — y unos años de vida opulenta en Barcelona; conoce a Carmeta, a quien deja encinta. Pasa a ser viajante, y su vida toma ya otro rumbo: poco tiempo después es propietario de la «Económica»; gana dinero, se dedica a la política y llega a ser concejal del Ayuntamiento de Barcelona. Se convierte en todo un personaje. Finalmente casa con Carmeta.
Por encima de las situaciones cómicas y de los episodios, la obra toda se convierte en una caricatura de la burguesía catalana de finales del siglo pasado y principios de éste. En tal sentido es muy parecida a Las aleluyas del Señor Esteve (v.). Josepet es el arquetipo que aprovechando el auge económico del país y las oportunidades políticas llega a crearse una situación envidiable. El genio irónico de Rusiñol se manifiesta abiertamente en esta obra al querer trazar un retrato del origen de nuestra burguesía. Pero si el señor Esteve es símbolo de la vieja burguesía, Josepet lo es-de la nueva.
A. Comas