[Canalstrahlen]. Son debidas a Eugen Goldstein (1850-1930), quien, en 1886, hizo la primera comunicación de su descubrimiento a la Academia de Berlín y prosiguió sus estudios sobre el mismo asunto durante los primeros tres lustros del siglo actual. Las investigaciones, que se encuentran diseminadas en las publicaciones alemanas, han sido reunidas por Gehrcke y publicadas en Leipzig con el título de Rayos Canales [Canalstrahlen], en 1930.
El descubrimiento de Goldstein consiste en el hecho de que, si se produce una descarga eléctrica en un tubo que contenga un gas rarificado, empleando como electrodo negativo (cátodo) una laminita metálica normal al eje del tubo y provista de unos agujeritos, se yen partir de los propios agujeros brillantes rayitas rectilíneas dirigidas a la parte opuesta a la ocupada por el electrodo positivo (ánodo). Si el gas contenido en el tubo es aire, las rayas presentan un hermoso color amarillo. La forma rectilínea hizo en seguida pensar en rayos que se propagasen en línea recta. Y Goldstein dio entonces a estas rayas el nombre de rayos canales, queriendo con ello significar que salían de los canales practicados en el cátodo. Este curioso nombre, que debía ser provisional, en espera de que se revelase la naturaleza del fenómeno, se impuso en el uso y ha pasado al vocabulario científico internacional. Del hecho de que dos haces de rayos canales puedan cruzarse sin estorbarse, y del hecho de que no parecían influenciables por medio de campos eléctricos ni magnéticos, Goldstein excluyó que se pudiese tratar de partículas de materia cargadas de electricidad y lanzadas a grandes velocidades. Pero luego se demostró que tal punto de vista era equivocado, y hoy se sabe que los rayos están constituidos de partículas cuyo peso es del orden del átomo y que, formados en las proximidades del cátodo, atraviesan los agujeritos a velocidades altísimas, y continúan propagándose en línea recta por inercia.
Goldstein ha desarrollado todas las variaciones posibles sobre el tema de los rayos canales, experimentando con cátodos de las más variadas formas y disposiciones. Es notable la fantasía que demostró en este aspecto del trabajo, y ha sido precioso el material experimental recogido por él, con lo que contribuyó no poco a la solución del problema de los rayos canales. El descubrimiento de estos rayos, aunque debidamente apreciado en su tiempo, ha constituido después una de las piedras fundamentales para la construcción de la física contemporánea. En efecto, gracias a los rayos canales se dispuso por primera vez de enjambres de átomos en movimiento rápido y ordenado, cuya aplicación ha sido fecundísima en varias ramas de la física atómica, como, por ejemplo, en el estudio de los isótopos.
G. Toraldo di Francia