Investigaciones Sobre las Pseudosoluciones y las Tomaínas, Francesco Selmi

[Ricerche sulle pseudosoluzioni e sulle ptomaine]. Fueron publicadas por Francesco Selmi (1817-1881) entre 1842-1880. A pesar de que comúnmente se considere a Graham como el iniciador del estudio sobre los coloides, veinte años antes que él Selmi empezaba las investigaciones sobre esas sustancias amorfas y gelatinosas que los químicos de su tiempo desdeñaban. Las memorias que se refieren directa o indirectamente al tema son más de diez: Sobre el azufre precipi­tado y hechos para servir a la historia del azufre elástico y a las emulsiones inorgáni­cas («Actas VI reunión de los sabios italia­nos», 1844); Consideraciones sobre ciertos curiosos fenómenos observados por Fremy en los óxidos metálicos («Nuevos anales de Ciencias naturales de Bolonia», 1845); Estu­dio sobre la dimulsión de cloruro de plata (Id., 1845); Estudio sobre las pseudosoluciones de los azules de Prusia y la influencia de las sales en su deterioro (Id., 1847); Disertación acerca de la acción de contacto («Diario de Ciencias Médicas», 1848); ade­más se refieren al mismo tema, en la «Enci­clopedia de Química Científica e Industrial» (1867-1881), las voces «Pseudosolución», «Adhesión» y el cap. XX de los Principios elementales de química mineral (1856).

Selmi constata que algunas sustancias, como la fécula, la caseína, los principios albumi­nosos, las gomas, el azul de Prusia, etc., no se disuelven en el agua al igual que las sales, sino como cuerpos emulsionados, sin llegar a ser verdaderas emulsiones. Llama a «este modo de incorporarse de ciertas materias en un líquido», «pseudosolución» (denominación más racional que la de solu­ción coloidal introducida posteriormente por Graham y hoy comúnmente empleada). Selmi ya tiene una clara idea de que en las verdaderas soluciones, «especie de evapora­ción de un sólido en un líquido», la sustan­cia disuelta alcanza la separación molecular, mientras las pseudosoluciones son dispersio­nes de agregados moleculares. Mientras al­gunas de las mencionadas sustancias se pseudodisuelven directamente, otras, como las gomas, se hinchan absorbiendo cierta ^cantidad de líquido antes de dispersarse en él de un modo uniforme (hoy llamadas co­loides liófilos). Selmi indica además clara­mente las propiedades que distinguen a las soluciones de las pseudosoluciones: 1.° En la pseudosolución no se verifican fenómenos térmicos ni variación de volumen. 2.° Las pseudosoluciones filtradas, observadas bajo cierto ángulo a la luz directa, son opalinas (fenómeno llamado de Tyndall). 3.° Aña­diendo ciertas sales, las pseudosoluciones coagulan arrastrando consigo, por adhesión, cierta cantidad de la sal (hoy se llama ab­sorción). El precipitado se pseudodisuelve nuevamente tan sólo cuando con lavados se hace desaparecer toda la sal. Además de poseer claros conceptos sobre las pseudoso­luciones, Selmi comprendió también la im­portancia de éstas en los fenómenos vitales y en los líquidos del organismo, especial­mente la sangre y la leche.

Empezó a ocu­parse de toxicología en 1868, cuando le nombraron profesor de Química farmacéu­tica y Toxicología en la Universidad de Bo­lonia, y en 1872 compuso la memoria fun­damental Sobre la existencia de principios alcaloideos naturales en los intestinos en vivo y en descomposición, base para llegar a conclusiones equivocadas en la indagación de los alcaloides venenosos («Memoria R. Ac. de las Ciencias de Bolonia», 1872), seguida por muchas otras sobre el mismo tema, entre las que: Sobre los alcaloides de los cadáveres (Id., 1876); La tomaina o primer alcaloide de los cadáveres («R. Ac. Ciencias de Bolonia», 1875-76); Génesis de los alca­loides venenosos que se forman en los ca­dáveres (íd., 1878-1879); Sobre las tomainas o alcaloides cadavéricos y su importancia en toxicología (1878). Si el descubrimiento de sustancias parecidas a los alcaloides, que Selmi llamó «tomainas», tiene una gran importancia toxicológica para las investigaciones médico- legales, no menos importante es el descu­brimiento de tales alcaloides en organismos vivientes enfermos y sanos y la demostra­ción de su génesis por las albúminas. Nace de aquí aquel importante capítulo de la fisiopatología que se refiere a las toxinas y la autointoxicación. Los descubrimientos de Selmi se desconocieron casi por com­pleto durante largo tiempo y después de su muerte hubo quien lo justificó diciendo que había llevado a cabo sus investigaciones por vía meramente cualitativa, sin ningún aná­lisis de sustancias químicamente definidas; Selmi lo había presentido y lo había escrito en el artículo de la «Enciclopedia de Quí­mica» que se refiere a las tomainas. Entre 1885 y 1888, Brieger, Lademburg, Udranszky, Baumann, siguiendo el camino señalado por Selmi, dieron la constitución química de la cadaverina y putresceína.

G. Speroni