[Ricerche sul sistema periódico). Fueron publicadas por Augusto Piccini (1854-1905) entre 1885 y 1905. Basando la periodicidad de los elementos en su máxima valencia con respecto al oxígeno, Mendeleev señaló, como criterio para distinguir los verdaderos óxidos y los peróxidos, que los primeros son capaces de dar sales del mismo grado de oxidación, mientras no lo son los segundos. Piccini, en sus trabajos Sobre el límite de las combinaciones y sobre el sistema periódico de los elementos (Turín, 1885) y Los peróxidos en relación con el sistema periódico de los elementos («Zeitschrift f. anorganische Chemie», 1896) sostiene que ello no es exacto y demuestra con toda una serie de investigaciones acerca de las combinaciones, por encima del límite, del titanio, el molibdeno, el wolframio, el niobio, el tántalo, etc. que es posible preparar persales a base de los peróxidos. Caracteriza los óxidos sobre el límite por su semejanza con el agua oxigenada, que es su prototipo.
Por su excepcional dominio de la química inorgánica, Piccini cuenta entre los pocos que lograron comprender fundamentalmente el significado del sistema periódico, convirtiéndose en uno de sus más autorizados críticos y defensores. Con el trabajo El sistema periódico de Mendeleev y los nuevos componentes del aire («Zeitschrift f. anorganische Chemie» y «Gazzetta Chim. Ital.») tomó parte en la polémica suscitada después del descubrimiento de los gases nobles, por su sistematización en el sistema periódico; él sostiene que, por su propiedad de no dar compuestos, no pueden entrar en el sistema de Mendeleev, que tiene por base la forma de combinación. En su última nota Observaciones a una memoria del Prof. Werner («Gazzetta Chim. Ital.»,1904) condena Piccini la modificación introducida por Werner en el sistema periódico, como había condenado todos los demás intentos del mismo género. Las líneas finales de esta memoria, que fueron sus últimas palabras antes de morir, dicen así: «Resulta fácil decir que se ha creado el más simple esquema de los elementos atendiendo tan sólo a los caracteres principales de los mismos; pero o el carácter principal es la forma de las combinaciones, y entonces, quiérase o no, volvemos a Mendeleev; o no lo es, y entonces continuaremos caminando a tientas entre las apreciaciones subjetivas, los prejuicios de escuela y los estériles ejercicios aritméticos, tal como, durante medio siglo, hicieron lo¡? químicos con poco fruto y excesiva fatiga».
Y el sistema periódico, mal conocido, discutido, modificado, como todas las leyes descubiertas antes de conocer sus causas, halla finalmente su victoriosa y absoluta confirmación en la moderna estructura del átomo que constituye su causa y, como Piccini había previsto, se mantiene en pie tal como el genio adivinador de Mendeleev lo había construido.
G. Speroni