[Italienische Forschungen]. Es la obra principal del escritor alemán Karl Friedrich von Rumohr (1785-1843), dedicada al estudio del arte italiano, desde los primeros siglos hasta Rafael, y publicada entre 1827 y 1831, en tres volúmenes.
Los escritos que la componen, no forman una exposición orgánica, sino que cada uno trata de aclarar problemas particulares y puntos oscuros de la historia del arte. Las primeras páginas, de carácter introductorio y teórico, revelan la familiaridad del autor con el espíritu romántico de la filosofía del arte, especialmente con las ideas de Schelling, aunque al mismo tiempo anticipen en cierto sentido las corrientes empiricopositivistas de la segunda mitad del siglo XIX. Tras algunos capítulos sobre la decadencia de las artes representativas en Italia en la época de las invasiones bárbaras, y de su nuevo florecer en el siglo XIII, Rumohr se ocupa por extenso de Duccio, de Cimabue, de Giotto y de los pintores florentinos y sieneses del siglo XIV. Sigue un amplio esbozo de la historia de la pintura y de la escultura en el siglo XIV en Tos- cana y la Umbría, basado en el criterio de la progresiva perfección técnica de los artistas. Dedica también un ensayo bastante extenso a Rafael y a sus más próximos contemporáneos. Finalmente, otros escritos tratan de arquitectura, por ejemplo, de las vicisitudes en la construcción de la catedral de Siena.
Rumohr, lo mismo que Rio en Francia (v. Arte cristiano) y que Selvático en Italia (v. Historia estético-crítica de las artes del dibujo), es uno de los escritores que llevan a la historia del arte las nuevas exigencias creadas por la filosofía romántica y por el robustecimiento de la conciencia religiosa; de ahí su interés por el estudio de los primitivos. La originalidad que caracteriza la obra de Rumohr dentro de estas tendencias es la investigación filológica Sus ensayos se basan en gran parte en trabajos de archivo, en el examen de fuentes manuscritas que, si bien tal vez conocidas por los antiguos historiadores, no habían sido nunca objeto de una crítica tan penetrante y rigurosa. El escritor une al estudio de las fuentes el estudio directo de la obra de arte, considerada tanto en sus aspectos espirituales como en los técnicos: abre así el camino a los modernos investigadores, a los que se asemeja también por considerar a la obra de arte como’ documento característico de la personalidad del artista, a diferencia de la copia. Aunque su profunda cultura filosófica le permite a Rumohr salir a veces del campo de las observaciones empíricas sobre la técnica y le sugiere juicios apropiados, como ocurre a propósito de Giotto, sin embargo, el crítico no siempre está en él a la altura del investigador, cuyos méritos, dado el tiempo, pueden considerarse como verdaderamente singulares.
G. A. Dell’Acqua
El más antiguo de los filólogos por nosotros conocido es sin duda Rumohr, y como está dotado también de fuerte conciencia filosófica bajo el influjo de Schelling, ocurre a veces que superando la filología, llega, o poco menos, a la crítica pura. Sus Investigaciones Italianas tratan del arte italiano desde los tiempos de Carlomagno a los de Rafael, no como compilación de hechos, sino como investigación de problemas seleccionados desde el punto de vista de su interés crítico. Su crítica de las fuentes escritas es aguda y carente de prejuicios, y la observación de la obra de arte está dirigida a ver en conjunto lo espiritual y lo técnico. (L. Venturi)