[Philosophische Untersuchungen über das Wesen der menschlichen Freiheit und die damit zusammenhängenden Gegenstände]. Obra de Friedrich Joseph Schelling (1775-1854), publicada en 1809, cuando el autor tiende ya a una posición antirracionalista. Refutada la tesis según la cual libertad y sistema serían contradictorios, pues en realidad no hay libertad individual sino en conexión con un todo, Schelling pasa a aclarar la relación entre libertad y necesidad.
En oposición a Friedrich Schlegel, el autor excluye que un sistema de la absoluta razón, o panteísmo, implique fatalismo; el hecho de que dependan de Dios los seres a Él inmanentes no excluye la autonomía de éstos, sino la libertad: Dios no es un Dios para los muertos, sino para los vivos. Si en el sistema de Spinoza no es posible la libertad, esto se deriva no del panteísmo, sino de su rígido realismo. Ahora bien, él quiere fundir realismo e idealismo y extender el concepto de libertad demasiado vacío y formal todavía en el idealismo de Kant y Fichte, al universo entero, estableciendo, para expresarnos como Fichte, no sólo que el Yo sea todo, sino también que todo sea Yo. El problema de la libertad tiene sentido si se establece sobre bases realistas, es decir, entendiendo la libertad como elección entre el bien y el mal. Luego sobre el origen del mal versa el primer problema, que no es posible resolver ni con el dualismo, «sistema del suicidio de la razón», ni con el emanatismo, que describe, sin explicarlas, las fases del alejamiento de los seres del bien hacia el mal. La solución del problema sólo es posible siguiendo los principios de una filosofía de la naturaleza, de un realismo «viviente» que imagine a Dios no como los escolásticos «Actus purissimus», sino como un Dios que tiene en sí la dualidad potencia-acto.
Fundamento de la existencia es el Dios potencial, el Dios que es anhelo (Sehnsucht) inconsciente de engendrarse a sí mismo; querer que, no siendo todavía inteligente, es decir, autónomo, no es universal, sino individual. Por el contrario, el Dios que es otro es querer universal. Del primer querer se origina el elemento natural; del segundo, el espiritual; elementos que se encuentran en todos los seres, hasta en el hombre, en el cual es posible, sin embargo, la falta de armonía entre espíritu y naturaleza, como esfuerzo morboso, esfuerzo del querer individual contra el universal, cuya posibilidad no consiste en el existir de lo finito, sino en esta pretensión de lo finito de desprenderse del todo. Hasta aquí la «posibilidad» del mal. Su «realidad» se explica recurriendo a un principio «histórico», positivo. La necesidad de que el bien se hiciese real hizo indispensable el mal, que se convirtió así en un fundamento originario de la existencia. De aquí la universal necesidad del pecado y de la muerte, por entre los cuales debe pasar el hombre para hacerse puro. Schelling, al llegar a este punto, aborda propiamente el problema de la libertad, y afirmando que si el ser racional es libre es menester que la determinación de su voluntad brote de su íntima esencia, concilia la exigencia de la espontaneidad con la de la necesidad. Por lo tanto, si el hombre escoge el mal, es por un acto suyo en cuanto ser inteligible, acto que trasciende al tiempo; se trata, pues, de una especie de predestinación que, según Schelling, no excluye la responsabilidad. Ahora falta poner en relación el mal con Dios. Dios, para Schelling, es un Dios viviente en el sentido de que se hace a sí mismo, partiendo de un fondo indiferenciado, «Urgrund», por un desdoblamiento en dos: naturaleza y espíritu.
Este desdoblamiento tiene el significado y el fin de hacer posible, en la lucha del bien contra el mal, la revelación de Dios como viva y entera personalidad, de manera que al final el bien triunfará totalmente sobre el mal, que será destruido, es decir, demostrado como irreal. Esta obra, exuberante e imaginativa, debe mucho a Bohme y al Kant de la segunda Crítica y del «mal radical» (v. Religión dentro de los límites de la razón), y ha ejercido influencia en el pensamiento posterior, hasta en sus adversarios, como Hegel y también Schopenhauer. Aunque no bien lograda, y, por el contrario, destinada a favorecer el tránsito a una nueva teosofía, esta tentativa de Schelling por concebir «positivamente» el mal y Dios, conservando al mismo tiempo la dialecticidad bien-mal, constituye hoy todavía uno de los motivos más ricos de significado en la historia del pensamiento.
G. Alliney
…una mezcla de profundos pensamientos y fantasías. (Hóffding)