[An Inquiry into the Nature and Causes of the Wealth of Nations]. Obra en cinco volúmenes de Adam Smith (1723-1790), el teorizador más notable de la escuela liberal, publicada en Londres en 1776. En ella recoge y coordina críticamente el autor las teorías económicas elaboradas hasta entonces desenvolviéndolas ampliamente y sobre todo tratando de recogerlas alrededor de un criterio unitario: la autonomía de la actividad económica (cuyo fundamento es la utilidad individual) respecto a la moral (cuyo fundamento es la simpatía). «El hombre tiene casi siempre necesidad de la ayuda de sus semejantes, pero la esperaría en vano sólo fiado en su benevolencia. No es la benevolencia del carnicero, del cervecero o del panadero de lo que esperamos nuestra comida, sino de la consideración de su propio interés»: He aquí la primera afirmación de la teoría del hecho económico en relación con la moral, sin que por esto surja entre ambos ninguna forma de oposición. Con esta premisa, pasa Smith a la construcción de su sistema. Superando decididamente la posición fisiocrática, asegura que no es la naturaleza, sino el trabajo, la fuente de donde una nación obtiene los productos que anualmente consume. La mayor productividad del trabajo depende de su división, consistente en la división del proceso productivo necesario para crear una cosa en diversas fases, asignada cada una de ellas a un operario.
Es evidente que en régimen de división del trabajo (unos fabrican sombreros, otros zapatos, otros pan), el cambio es el supuesto indispensable para cuya generalización es necesario el instrumento monetario, gracias al cual puede uno procurarse lo que necesita a cambio de moneda. De aquí el problema del «valor», en el que Smith, aun distinguiendo netamente entre el «valor de uso» (la utilidad de una cosa para su posesor) y el «valor de cambio» (poder de una cosa para adquirir con ella otra), confunde la utilidad abstracta con la utilidad concreta de las cosas, y hace depender el «precio real» ora del trabajo necesario para producir una cosa, ora del trabajo que esta cosa economiza a quien la posee, ora del trabajo que le permite imponer a los demás. Sin embargo, para Smith sólo el «trabajo» que goza de cierto valor invariable es la medida real y última sobre la que el valor de todas las cosas en todos los tiempos y lugares es comparado y estimado. Precisamente esta es la teoría del valor-trabajo que adquirirá gran importancia en el desenvolvimiento paralelo de las doctrinas liberal y socialista. Los elementos constitutivos del precio real de las cosas son, para Smith, el salario del trabajo, el interés del capital y el rendimiento de la tierra. En torno a este «precio natural» oscila el precio del mercado que varía constantemente según la oferta y la demanda. Antimercantilista, Smith critica severamente la identificación de la riqueza con la moneda, refutando el «bulionismo», la teoría de la balanza comercial, la creencia en la superioridad del comercio interior en defensa de la libertad del comercio. No se puede decir que Smith sea un fisiócrata, porque superó esta posición, aun aceptando la teoría del «dejar hacer, dejar pasar» en interés general.
Mente crítica y robusta, Smith fue el primero en hacer de la ciencia económica una ciencia en si, distinta de la moral, sin crear por eso antítesis entre ambas. Evidente error del economista escocés fue el de no saber mirar hacia el futuro, y en un momento crucial en que Inglaterra empezaba a desarrollar su revolución industrial para convertirse muy pronto en un país eminentemente comercial, colonizador e imperial, desear nada menos la vuelta de la nación al estado rural. [Trad. española del licenciado José Alfonso Ortiz, con varias notas e ilustraciones relativas a España (Valladolid, 1794; 2.ª ed.: 1805)].
M. Maffei