Investigación Sobre el Proceder de la Naturaleza en la Evolución del Género Humano, Heinrich Pestalozzi

[Nachforschungen über den Gang der Natur in der Entwicklung des Menschengeschlechts]. Obra filosófica de Heinrich Pestalozzi (1746-1827) elaborada en tres años de trabajo y publi­cada en 1797. El tema es de orden moral y social, o sea que se refiere al problema del yo y de la humanidad, de la vida del hom­bre singular y del hombre entendido como colectividad humana, paralelas la una a la otra, según la Ilustración alemana. Pesta­lozzi está de acuerdo con Rousseau al reco­nocer un primer estado natural en el hom­bre, del que poco a poco fue generándose, por el desarrollo de los instintos de conser­vación y la lucha por la existencia, una sociedad; de la conciencia se pasó a la con­quista y a la posesión y, luego, al orden social. Pestalozzi señala el motivo hedonista como el que impulsa al hombre a organi­zarse socialmente; pero observa que la so­ciedad moderna no responde a las exigen­cias primitivas y no ve la razón de la in­versión de los valores naturales. El saber se ha hecho abstracto y la propiedad fuente de todo mal, mientras que, por su origen, había de ser sagrada como fruto del trabajo de cada uno. De ahí que el trabajo ocupe un lugar preeminente.

En contraposición a Rousseau, el orden social no nace, según Pestalozzi, de un «contrato», sino que ha de estar dominado por el «espíritu de dicho contrato» para no convertirse en tiranía de unos pocos, lo que conduciría a una dege­neración de la dignidad humana. El origen de este desorden propiamente dicho es el instinto de egoísmo grabado en el hombre tanto como el de conservación, de modo que, para Pestalozzi, «tiranía no es maldad, sino naturaleza humana», y en consecuencia no son las «instituciones» sino sus «repre­sentantes» los malos: «No es la fuerza, sino el hombre que la posee, el culpable de la degeneración de la humanidad»; el hombre, que a menudo se sirve de los supremos valores de la moral y de la religión para re­ducir al pueblo a la esclavitud. Pero, con todo ello, Pestalozzi está muy lejos de ser un revolucionario como Rousseau, y no desea una regresión al estado primitivo: la huma­nidad ha de avanzar en su glorioso camino hacia la civilización, iluminada por la ley que sirve para frenar y dirigir los instintos naturales de los ciudadanos. Al considerar la Historia como educación del género humano y a la sociedad como educadora del individuo, se aproxima a Leibnitz y a Lessing. Resuelve también el problema de la libertad del individuo y de las constricciones sociales con la acción libre y consciente­mente moral. La ley y la educación tienen la finalidad de «suscitar en el individuo, mediante la renuncia de sí mismo, aquella sola fuerza capaz de restaurar en él al ser inocente y rehacer con él la criatura pací­fica, generosa y benévola que era en su estado natural».

Este momento moral interiorista es típicamente pestalozziano. Todo ello está expuesto sistemáticamente, más con miras a la aplicación práctica que a la exposición teórica. Herder apreció mucho esta obra que exaltó como «parto del genio filosófico alemán; la cual, sin querer imitar a franceses ni ingleses, se contentó con dar forma a un principio». Pestalozzi señaló más tarde, precisamente en una carta a Herder, que trabajaba en una segunda parte de este estudio, que sin embargo nunca llegó a publicarse.

G. F. Ajroldi