Intruso en el Polvo, William Faulkner

[Intruder in the Dust]. Novela del gran escritor norte­americano William Faulkner (n. en 1897), publicada en 1949. Forma parte del ciclo de novelas que desarrollan su acción en el condado de Yoknapatawpha del estado de Jefferson, en el Sur. Faulkner vuelve de nuevo al tema de la raza negra, que había tratado ya en Luz de agosto (v.) y en ¡Desciende, Moisés! (v.). La figura de Lucas Beauchamp, protagonista del relato «El fue­go y el hogar» de este último libro, pasa ahora a ser protagonista de Intruso en el polvo. El estigma social y hereditario de la raza negra constituye el núcleo dramático de la novela. En el relato «El fuego y el hogar» se nos dice que pegó a un hombre blanco. Ahora, en este libro, espera estoica­mente, en la cárcel, que le den muerte, acusado falsamente de haber matado a un hombre blanco. La intervención del abogado Gavin Stevens, que aparece en Réquiem para una mujer (v.), y sus tareas detectivescas (que constituyen el núcleo central de la novela Gambito de caballo) hasta en­contrar al verdadero culpable, dan a la obra un acusado carácter de novela poli­cíaca. La pista que permitirá demostrar la inocencia de Lucas la encuentra Charley, sobrino de Stevens, uno de los personajes más importantes de la obra. Charley es la personificación del hombre blanco que com­prende la tragedia de los que llevan sangre negra. Por su parte, en Lucas Beauchamp hay el orgullo de la sangre blanca, de saberse el descendiente directo de los Mc. Caslin, a pesar de su mezcla de sangre negra, y superior, por tanto, a otras familias blan­cas. Así, en él se funde el orgullo de la raza blanca y aristocrática con el fatalismo de la sangre negra. La gente no puede ver en el mulato sino un negro disfrazado de caballero. «Y en la oleada de odio que se levanta contra él y que culmina en la es­cena impresionante de la multitud congre­gada para el linchamiento — dice un auto­rizado crítico —, Faulkner ha querido sim­bolizar la infranqueable barrera que se opone a la fusión de las dos razas y reivin­dicar, al propio tiempo, los derechos socia­les y humanos de unos seres a quienes el Sur debe una parte no poco importante de su prosperidad y de su grandeza».

Faulkner no ha escrito esta vez un libro trágico y sombrío, sino un mensaje de tole­rancia y piedad que es, a la vez, una novela apasionante. (A. Vilanova)