Intermezzo, Giosue Carducci

Colección de poesías líri­cas de Giosue Carducci (1835-1907), metafó­ricamente titulada de esta manera a ejem­plo de los poetas italianos del siglo XVI, por­que en el pensamiento del autor tenía que marcar el paso de la atmósfera candente o profundamente satírica de los Yambos y épodos (v.) a las Rimas nuevas (v.) ya las Odas bárbaras (v.). En realidad Inter­mezzo se puede considerar como un apén­dice de los Yambos y épodos, aunque la tensión psicológicoideal ya no es tan can­dente y la polémica está trasladada a un plano casi exclusivamente literario. El poeta de la lucha se nota todavía; pero, en­trenándose con la lectura de Heine, ha aprendido a manejar con virtuosa compla­cencia y habilidad la puntiaguda flecha de la sátira contra los huecos poetas sentimen­tales y contra las suavidades y las perver­sidades ficticias de la literatura decaden­tista. Con un feliz y extravagante arranque, el poeta le pregunta a su corazón, que «chista» en sus versos como una «vieja ra­mera», si aún no se ha cansado de «coque­tear» mirándose en el «espejo/falso del verso vano», pues ya cuidará el poeta de agitarlo «en un turbión/de estrofas bellas y feas» sin oriente ni occidente, sin pies ni cabeza, y todas metafóricas.

Sinceramente, el poeta preferiría tomar el corazón de aquel animal «que tiene largo y negro el hocico» y cla­varlo en una bella planta de laurel, gritando a la buena gente: venid, venid, al corazón, al corazón; que por lo menos es un corazón de cerdo. Pronto aprendió el poeta a poner en su sitio a este «vil músculo perjudicial»; cuando le molestaba le tiraba encima, ju­rando, y «muy líricamente», dos clásicos latinos, y todo se tornaba normal. Más adelante, con ingenio agudo e insultante Carducci se burla sabrosamente de los poetas perfectos «del pathos ideal» y del satanismo decadentista del «scapigliato» (Praga) que tose y «saca de su pecho consumido vino, tabes, elegía», confiando el digno comentario a dos sapos para los primeros, y al burro para el segundo; qué insoportable, dice el sapo; «oh idealismo humano,/ahógate en un retrete», rebuzna el burro.

En la segun­da parte del Intermezzo, con una gracia completamente a lo Heine, el tono cambia inesperadamente: hay estrofas de lánguida emoción y de encantadora dulzura musical de la que brotan sueños de cuna y de infan­cia, un sentimentalismo bondadoso y lán­guido como una temprana atmósfera lunar: «yacen mis sueños, cansados muchachos/ que se duermen llorando… como la hoz de la luna cansada/en el cielo de la mañana»; y por fin el sueño de un arte sereno y purificador bajo el signo de la antigüedad apolí­nea: «Oh Paros, oh Grecia, antigüedad se­rena,/dadme los mármoles y los poemas», claro anuncio de las Odas bárbaras.

Inter­mezzo es la más brillante prueba llevada a cabo por Carducci en el campo de la poesía satírica y el estandarte más alegre­mente agitado de la reacción antirromántica y de la poesía carduciana. El virtuosismo temático y la alternancia de tonos se deben claramente a la influencia del modelo (Hei­ne), de donde se deriva también el defecto de Intermezzo: la falta de fusión entre la sabrosa perversidad antirromántica de la primera parte y el nostálgico sentimentalis­mo de la segunda. Sin embargo, Intermezzo demuestra también cuán benéficamente la experiencia de los Yambos ha influenciado el humanismo poético de Carducci, liberán­dolo de toda escoria de academicismo litera­rio, animándolo, modernizándolo, al punto de producir un lenguaje poético literaria­mente sabio y sin embargo vivo, vibrante, móvil y nervioso, capaz de ser poderosa­mente concreto y al mismo tiempo encan­tadoramente delicado y ligero.

D. Mattalía