Publicado en 1927, es uno de los mejores libros de José María Salaverría (1873-1940), pensador y escritor vasco, espíritu inquieto e inquisitivo, agudo y erudito, a menudo irónico y siempre original. Su nota característica es una ruda pero simpática sinceridad de expresión (por lo demás tradicional en los escritores españoles del Norte), que se acopla a un estilo robusto y elegante al mismo tiempo. Libro denso en noticias interesantes para los estudiosos de los usos literarios, políticos y sociales de España y especialmente de Madrid en la época precedente a la segunda República y a la guerra 1936-39, contiene rápidos ensayos de diferente clase pero formando un todo armónico y tocante a los fugaces momentos de actualidad. Estos «instantes» de la vida española presentan todos ellos un contorno preferentemente madrileño: «Elegía al Parlamento», «El crepúsculo en el Ateneo», «La calle de Alcalá», «El asalto de la Academia», «Diarios de Madrid», «Cenáculos literarios», etc.
Finamente irónica es la «Elegía al Parlamento», que en un tiempo fue «templo de las leyes, morada de los Padres de la Patria, refugio de las libertades públicas»; palacio que en aquella época permanecía cerrado por orden de Primo de Rivera y que presentaba el carácter de uno de esos monumentos memorables e históricos que las guías suelen mostrar a los turistas. Sugestivo es el capítulo dedicado a la «Calle de Alcalá», la típica calle madrileña «en la cual se compendia la verdadera historia de la España que vive su momento actual». Un amargo comentario dedica el reflexivo autor al «espectáculo único en Europa» de los lujosos círculos que abren a la calle sus anchos ventanales poblados de ricos desocupados y aburridos, en contraste con la bulliciosa actividad de la gente que vive una vida intensa de trabajo y con la llaga de la mendicidad». En «Cenáculos literarios» se habla de la tradición aún viva de las «tertulias literarias» desde el antiguo «Café Fornos» a la «Granja del Henar», del «Gato Negro» a la tertulia de «Pombo», donde pontificaba Ramón Gómez de la Serna. El «Asalto a la Academia» es una acertada vivisección de la docta corporación y de sus miembros; y el capítulo dedicado a los «Diarios de Madrid» llega a la conclusión de que la prensa de la capital, tan numerosa, tan voluminosa y tan rica en colaboración literaria, artística y científica, etcétera, amenazaba con suplantar al libro.
C. Boselli