Ingeniosa Comparación entre lo Antiguo y lo Presente, Cristóbal de Villalón

Obra atribui­da a Cristóbal de Villalón, que vivió en el siglo XVI. Sobre la personalidad de dicho autor, que ha dado lugar a múltiples po­lémicas, véase el prólogo que Serrano y Sanz publicó al frente de su edición de la «Sociedad de Bibliófilos Españoles»: Para nuestro prologuista, el autor no puede ser considerado como luterano, sino como en­tusiasta adepto de la escuela erasmiana y, sobre todo, imitador de Alfonso y Juan de Valdés, cuyos diálogos había leído y releído. Para él la experiencia es casi la única fuente y base del conocimiento cuan­do afirma que todas las ciencias, incluso la Teología, necesitan de ella, y así escribe: «Sola la Medicina dicen que ha menester experiencia; no hay Facultad que junta­mente con las letras no la tenga necesidad, y más la Teología». Mucho antes que Bacon publicara su Organum novum, algunos pen­sadores españoles habían encarecido la exis­tencia del método inductivo. Villalón dedicó su obra al Obispo de Canarias, Fr. Alonso de Virués.

La «Comparación entre los sabios antiguos y presentes: en la cual se disputa cuando hubo más en todas las ciencias y artes», tiene como interlocutores del diálogo en que se desarrolla a Gaspar y a Jerónimo. Estos dos personajes están identificados por la crítica. Astrólogos, teólogos, juristas, ar­quitectos, filósofos, pintores, escultores, mú­sicos, todos desfilan por los labios de quienes exaltan grandezas inolvidables. En realidad, la breve Comparación no ofrece grandes re­velaciones ni nos muestra a un autor des­lumbrante. Para los historiadores Hurtado y Palencia, bajo el nombre de Cristóbal de Villalón vienen indicándose tres escritores, por lo menos, acaso cuatro, homónimos, que deben distinguirse así: un Villalón salman­tino, autor de la Tragedia de Mirrha (Me­dina, 1536); del Escolástico y del Prove­choso tratado de Cambios (Valladolid, 1541). ‘Un Villalón complutense, autor del Viaje a Turquía, El. Crotalón y el Diálogo de las transformaciones de Pitágoras. Un Villa­lón vallisoletano, que desempeñó en la Uni­versidad la cátedra de repetición de Ló­gica, y dio lección a los hijos del Conde de Lemos (1532-1537), e imprimió allí la Ingeniosa comparación entre lo antiguo y lo presente (1539). Y un Villalón, gramático y teólogo, autor de una gramática castellana, buen humanista. Realmente, la que resulta de veras interesante y digna de .conocimiento — aparte sus obras valiosas y de gran inte­rés crítico — es su propia vida, su acciden­tada y apasionada existencia a través de tierras y de mares antiguos, entre hombres de diversa condición social y de razas dis­tintas.

Pocas noticias suyas son posibles des­pués del conocimiento de las aventuras que refiere en su Viaje a Turquía. Se le com­para con Cervantes en lo que a su vida y carácter se refiere. Distinguido helenista desde su juventud, amplía sus no vulgares conocimientos en sus viajes por el Oriente. Como había tenido ocasión de observar mul­titud de gentes, creencias y costumbres, libró su espíritu de las pequeñeces y preocupacio­nes propias de quien nada conoce más allá de su patria. Así le vemos dotado de un criterio tan independiente, a lo cual también contribuyó la lectura de Erasmo y de otros escritores del Renacimiento. «Por su Vida y su carácter seméjase no poco a Cervantes: la misma serenidad de ánimo en los peligros, igual decisión para acometer una empresa, por arriesgada que fuese. Ambos, en la más dura esclavitud consiguieron granjearse el respeto de sus enemigos y hacer patente cómo una firme y enérgica voluntad se sobrepone a los riesgos y contratiempos de la fortuna».

C. Conde