Drama del escritor letón Rudolfs Blaumanis (1861-1908), estrenado en 1903. Es la tragedia de la incomprensión entre dos generaciones. El padre Indrans se ha criado profundamente enraizado en las tradiciones de la tranquila vida patriarcal. «Siempre he mantenido separada aquella parte de la hacienda Indráni que enriquece mi bolsa, de aquella otra parte que alegra mi corazón», confiesa Indráns. Por ello es grande su apego a los viejos árboles que rodean la casa; crecido entre aquellos mudos testigos de las fatigas y alegrías de su vida, los custodia como si fueran el alma de la hacienda, pero su hijo Edvarts, todo lo contrario de un sentimental, no vacila en sacrificar la belleza inútil, si con ella puede procurarse el dinero necesario para realizar sus proyectos de innovación. De aquí la disensión entre padre e hijo. Edvarts consigue hacerse dueño de la hacienda en perjuicio de su hermano Karlis, llamado al servicio militar, e instaura allí un orden nuevo, hasta que estalla la tragedia, cuando el hijo ha vendido todos los árboles de la finca. El viejo Indráns, expulsado de su casa, muere sin obtener justicia. El drama, que figura entre los más fuertes del teatro letón, es característico de la transición que sustituyó, a comienzos de nuestro siglo, las maneras de un mundo ya agotado, por las maneras de una vida violenta y concreta.
M. Rasupe