Obra del pensador y filósofo mexicano José Vasconcelos (1881- 1959), que se publicó, sin fecha, en Barcelona, por la Agencia Mundial de Librería. Lleva como subtítulo «Una interpretación de la Cultura Ibero-americana», y está formada por una serie de conferencias («El asunto», «La tierra», «El pensamiento iberoamericano», «La educación pública» y «El ideal»). En un largo prólogo de carácter autobiográfico, el autor nos habla de cómo la Universidad de Puerto Rico le pidió consejo para lograr un buen entendimiento de las dos culturas que se dividen en el Nuevo Mundo.
Estas páginas, interesantes para estudiar la evolución ulterior del autor en muchos aspectos de su ideología, están escritas con brío y con pasión. Ya en el cuerpo de las conferencias pasa revista Vasconcelos a los recursos, investiga la eficacia de los métodos e intenta el esbozo de una visión de conjunto en marcha y de la acción que transfigura los elementos. En la última conferencia escribe: «Nuestros problemas han quedado enunciados, desarrollados con más o menos amplitud en los capítulos precedentes, que han de verse como los temas de una complicada sinfonía. Primeramente presentamos en sus aspectos generales el asunto. Después, al analizar cada uno de sus aspectos fundamentales, hemos hecho una especie de scherzo, un juego de postulados y de motivos. Intentemos ahora volver a los temas generales, pero juzgándolos ya enriquecidos con el cotejo, la integración y la composición de todos sus elementos afines. Investiguemos conforme a la ley de la música. Volvamos a la consideración de nuestro asunto en la actitud del compositor que se prepara a coordinar y a expresar el allegro maestoso, el final elocuente y sintético de su múltiple producción sinfónica». Para el autor existen tres grandes ciclos históricos: el materialista, el intelectualista y el estético; además, dentro de esta ley de los tres estados, es fácil observar una sable de cinco períodos: el del soldado, el del abogado, el del economista, el del ingeniero y el del filósofo.
La humanidad va pasando y perfeccionándose a través de ellos. El cuarto período, que es el de la técnica, será el de gran florecimiento de la América latina, porque ninguna región del mundo posee los tesoros que guarda su suelo; la tarea primordial del quinto consistirá en adiestrar al alma para que siga ascendiendo y para que trascienda a los fines de la materia. El autor se pregunta si será posible realizar sobre la tierra la República de Platón o la Ciudad de Dios de San Agustín, y responde a quienes podrían acusar de utópica tal aspiración, «que la ilusión y la utopía son una fuerza de la que no debe prescindir ninguna civilización», porque «precisamente nuestro evidente decaimiento contemporáneo se debe quizás, principalmente, a la falta de un gran ideal colectivo y práctico, aunque lejano y ambicioso». Las anteriores consideraciones apenas servirán para dar idea del contenido de este libro, lleno de atisbos, de puntos de vista originales y de. apreciaciones discutibles. Concluyamos con su autor que «la emoción superior, el pathos estético que gobierna el mundo resuenan periódicamente en las grandes clarinadas de la revelación. Hagámonos intérpretes de las voces de lo alto. Hablemos para que los pueblos escuchen. Y si, a pesar de todo, las almas siguen sordas, y la realidad tropieza, y los imbéciles vencen, recordemos que nuestro ideal, aunque arraigado a los hechos, no se somete a los hechos. El alma obedece a un destino que no toma en cuenta ni el tiempo ni la victoria. Será mañana o no será jamás en este pobre universo; pero hay en nosotros más recursos que todos los recursos del Universo».
A. Millares Carlo