Novela corta alemana de Theodor Storm (1817-1888), publicada en 1852. Es su primera obra y al mismo tiempo una de las más delicadas narraciones de este finísimo novelista. En ésta, más todavía que en las sucesivas, en que Storm se acerca sobre todo a un poético realismo, la trama es sencillamente un pretexto para situaciones espirituales y sentimentales esfumadas con trazos levísimos, negros sobre gris.
Una amistad entre el niño Reinardo y la niña Elisabeth, con el tiempo se transforma en amor. Pero al llegar a los dieciocho años, Reinardo parte para asistir a la Universidad y, aunque de un lado y otro no cese el cariño, la ausencia de él da ocasión a la madre de ella para persuadir a su hija a aceptar las ofertas de Enrique, un buen muchacho adinerado. Pasados unos años el marido invita a pasar unos días en una hacienda suya junto a Immensee, a su amigo de infancia, que ha regresado al país. Entre los antiguos novios, así que. se ven, se vuelve a encender de pronto la antigua llama; pero a no haber sido por un canto popular, que despierta punzantes recuerdos, ninguno de los dos se hubiera descubierto al otro, y aún después que unas pocas palabras de él han precisado la situación, no sucede nada entre los dos, porque Reinardo comprende que ahora debe partir para siempre.
Si en la primera parte la timidez y los impulsos juveniles están diseñados con mano segura y respetuosa, la segunda, que en vez de precisar hace sentir e intuir sugestivamente los sentimientos de ambos, revela toda la exquisitez del arte de Storm. Ni una palabra superflua, ni un gesto que turbe el equilibrio. Un cuadro perfecto en mesura y gusto, el cual ofrece al mismo tiempo una sencillez que hace olvidar el largo trabajo y la pericia que el autor puso en él.
F. Federici