[Identité et Réalité]. Obra fundamental de Émile Meyerson (1859-1933), filósofo polaco que vivió en Francia y está espiritualmente ligado a la tradición filosófica francesa. Esta obra, publicada en 1908, sostiene una teoría de la ciencia que se funda en la negación de la epistemología positivista. Positivismo está tomado aquí en dos significados fundamentales según la epistemología de Auguste Comte: en su carácter antimetafísico y en su carácter pragmático.
En general supone la concepción «legal» de la ciencia y puede por consiguiente extenderse a corrientes epistemológicas más recientes que no derivan directamente de la doctrina comtiana, como son los distintos movimientos de reacción contra la visión cientificofilosófica del siglo XIX, por ejemplo, el idealismo epistemológico contemporáneo. El autor, llevando su análisis al campo mismo de la experiencia científica «que se hace», demuestra que el positivismo no tiene nada que ver con la ciencia. Ésta sigue siendo ontológica y dogmática: cree con el «sentido común» en la independencia del ser frente a la conciencia y si destruye la realidad de la visión ingenua, es para sustituirla por otra realidad menos cualitativa, pero por esto más en sí. Contra el dominio de la «legalidad» afirmado por los positivistas, Meyerson sostiene la intervención, en la construcción del saber científico, de la «causalidad». La causalidad es el «principio de identidad» aplicado a los fenómenos en el tiempo, para los cuales la causalización de lo real o explicación científica se resuelve en una tentativa de deducción del ser, de derivación necesaria del efecto de la causa y por lo tanto de identificación.
Procediendo de identidad en identidad, anulando el «devenir» primero y luego la diversidad cualitativa, la ciencia tiende en realidad a la disolución de lo real en el espacio vacío, al acosmismo: es la esfera de Parménides. Descartes tenía razón. Pero el principio de identidad, cuyo significado activo, dinámico y sintético, Meyerson precisara mejor en trabajos sucesivos, como proceso de identificación, no es más que una condición de la ciencia; aprioristico, trascendental en sentido kantiano, expresa la esencia de la razón y en esto indica iónicamente una exigencia y una dirección. Una ciencia pura, un saber aprioristico, no son pues posibles. Es la ciencia misma la que reintegra la realidad en sus derechos. El principio de Camot es la expresión de la resistencia que la naturaleza opone a la acción reductora de la causalidad. La tesis principal de la obra es esta tensión entre razón y realidad, racional e irracional, «idéntico» y «diverso», tensión que no supone un dualismo metafísico, sino que sostiene la «polaridad» del pensamiento. Nos conduce así a una forma de racionalismo crítico que se inspira en Descartes y en Kant y en el cual se tiende a defender el aspecto tradicional de la ciencia a través de un sistema original y a redescubrir en la unidad de lo «racional» (identidad) el sentido y el valor del progreso científico.
A. Denti