Historias, Hecateo de Mileto

Bajo este título son generalmente de­signadas las obras de Hecateo de Mileto (VI-V a. de C.). Hecateo, siguiendo la cos­tumbre de los logógrafos jónicos, no com­ponía libros con un sentido unitario. Su producción logográfica consistía en relatos que tenían por lo común una base mítica (como las Genealogías o la Herología) o geográfica (Descripción de la Tierra).

No es posible precisar lo que pertenece ver­daderamente a Hecateo de cuanto se con­serva, ni lo que proviene de redacciones y falsificaciones posteriores, y ni siquiera cabe decir cuáles de los títulos, sugestivamente propuestos ya por los antiguos, reflejan me­jor las intenciones del historiador. La ver­dadera unidad en la obra de Hecateo se en­cuentra ante todo en su posición especula­tiva de viajero incansable que visita comar­cas y regiones lejanas para deducir de sus configuraciones geográficas las íntimas ne­cesidades del pueblo que allí habita. Hecateo fue lo que modernamente se llama un «geopolítico». Su premisa cultural arranca de la literatura de los Periplos (v.); pero en ellos tan sólo hallaba relaciones de viajes, con las medidas más o menos exactas de las distancias, con enumeraciones de los puer­tos y con los nombres de las playas. Su mé­rito consistió en no limitarse a las regiones costeras, como hasta entonces habían hecho casi todos los navegantes jónicos, sino fijar la mirada en el interior del país.

Cayó así en la cuenta de que muchos de los datos geográficos proporcionados por los periplógrafos eran falsos, debido a la precipitación con que realizaban sus mediciones. Mien­tras procedía a rectificar los errores mate­riales partiendo de cálculos más exactos, se le ocurrió pensar en si también pudieron ser imprecisas las nociones que se tenían de los pueblos. Y como la geografía, o ciencia del espacio terrestre, adolecía de errores seme­jantes, así también la historia, o sea la ciencia del tiempo pasado, podía estar aque­jada de iguales errores de valoración. Por ello se decidió a emprender una cruzada por la verdad contra los errores de todo género difundidos en el mundo griego, y dio a conocer a todos el Mar Mediterráneo hasta las Columnas de Hércules, en un gran periplo, bordeando las tres penínsulas euro­peas, las costas asiáticas y los desiertos líbi­cos. No dio crédito a ningún mito griego an­tiguo, reduciendo las gestas de las divini­dades a modestos hechos humanos, en una forma que más tarde utilizaría Evemero. La investigación de Hecateo, que los griegos llamaron «historia», no murió con él, ya que, reducida al campo etnográfico, resurgió vigorosamente con Herodoto.

F. Della Corte