Historia del Señor William Lovell, Ludwig Tieck

[Geschichte des Herrn Wilhelm Lovell], Novela epistolar en tres volúmenes de Ludwig Tieck (1773-1853), iniciada en 1793 y publicada en 1795-96. El nombre del pro­tagonista está tomado del de Lovelace (v.) de la Clarisa (v.) de Richardson, en tanto que El campesino pervertido (v.) le sugirió la intriga de la complicada trama y la fi­gura del libertino engañador y simpático, que tiene también algunos rasgos de Clavijo (v.). La forma epistolar proviene de Las cuitas del joven Werther (v.), y William Lovell trata de ser a un tiempo una confesión y una novela psicológica. William Lovell (v.) es un Werther (v.) sin poesía. Joven y elegante lord, exaltado y sensual, comienza sus aventuras engañando a una jovencita lacrimosa de la que era prome­tido. Cuando su padre le envía en viaje de instrucción, cae en París en las manos de una mujer astuta que devora su dinero; acompañándose después de libertinos y epi­cúreos trata de sofocar los remordimientos hasta que parte para Italia. Llegado a Ro­ma, encuentra un intrigante, Andrés, que corrompe en él lo que le quedaba de puro, justificando todas sus acciones con la filo­sófica doctrina del sensualismo y del liber­tinaje.

Lovell termina formando parte de una banda de picaros y ladrones, pero ni aun en el mal puede ser positivo y con­tinúa siendo víctima de los cómplices, que en un momento dado lo abandonan juzgándole un inepto. Lovell intenta entonces rehabilitarse idílicamente cultivando «flores y árboles en busca de lo que los hombres le han arrebatado», pero Andrés, que espe­raba vengarse de él por una antigua ofen­sa, lo encuentra, y Lovell cae bajo los golpes de un sicario. Esta novela juvenil, a pesar de las múltiples reminiscencias, conserva en su conjunto una marca neta­mente tieckiana. Un Tieck al que el pesi­mismo confiere actitudes más morales que libertinas, aunque se deleite en descripcio­nes eróticas y sensuales y, bajo el disfraz inglés, un Tieck que, como buen «ilustrado», se predica a sí mismo y lleva a las últimas consecuencias lógicas y psicológicas lo que le hubiese ocurrido de haberse abandonado a seguir su propio yo arbitrariamente, y si no hubiese encontrado a su amigo Wackenroder en lugar de encontrar a un Andrés. Lovell, importante como narración típica­mente romántica, de concepción solipsista, halla en Godwy (v.) su hermano román­tico, y también un desenvolvimiento más completo y sustancioso en el Titán (v.) de Jean Paul.

G. F. Ajroldi