Obra del humanista y cronista español Pero Mexía (1497?-1551), cuya primera obra de historiador, la Historia imperial y cesárea (v.), le valió el nombramiento de cronista (1548), por él deseado con vehemencia de tiempo atrás. Rehusó, no obstante, por el ya precario estado de su salud, pero el emperador no le admitió la renuncia y le autorizó para continuar residiendo en Sevilla, su ciudad natal. No estando obligado a seguir a la andariega corte, se consagró de lleno a la tarea, para la que se cree tenía ya algo hecho. Pero era poco lo que de vida le quedaba, y sólo alcanzó a terminar el libro IV y parte del V, llegando en su reseña hasta 1530. Su lejanía del teatro de los principales sucesos — que, como nota su último editor, J. de M. Carriazo, le daba mejor perspectiva para enjuiciarlos en una labor reposada—, le obligó a trabajar sobre documentos. El disponer de algunos sólo a él asequibles presta especial valor a varias partes de la obra; su disparidad, por ejemplo, de las fuentes italianas al narrar las guerras en aquel país, indica que pudo utilizar las cartas enviadas por los generales a la corte, que de allí le eran retransmitidas. Algunas fuentes narrativas de que se sirvió han podido identificarse.
El tono de la Historia es el que corresponde a un admirador y agradecido de Carlos, a quien él llama Máximo, poniéndolo así por encima de Carlomagno; muestra también lo fervoroso de su monarquismo y de su catolicismo. Pero no se descubre saña en su mención de los contrarios, ni parcialidad al exponer los hechos, que se esfuerza en relatar con exactitud. Como escritor es bastante apreciable, aunque faltó la última lima a la obra. Ésta, al quedar inconclusa, quedó también inédita, aprovechando Sandoval su manuscrito, que no ha sido publicado hasta nuestro tiempo.
B. Sánchez Alonso