Historia de Otinelo y Julia

[istoria di Ottinello e Giulia]. Breve poema italiano del siglo XV, que desarrolla un tema nacido en Oriente y difundido des­pués por Occidente. Otinelo, hijo del prín­cipe de Salerno, ha oído hablar mucho de la belleza de Julia, hija del príncipe de Capua; pero entre los dos príncipes existe una feroz hostilidad, por lo que el joven huye de casa y consigue entrar como servi­dor en la corte del príncipe de Capua. De este modo logra revelar su amor a Julia, que está también enamorada de él, y los amantes huyen. Al llegar junto a un río, se detienen a descansar y se quedan dormi­dos. Pero he aquí que un halcón roba el velo recamado de perlas que cubre el ros­tro de Otinelo, arañando de paso al joven, que se despierta y le persigue hasta el mar. Allí unos piratas chipriotas se apoderan de él y luego, de regreso a su país, lo venden a un labrador, que le hace trabajar la tierra. Pero un día, cavando, el muchacho descu­bre un rico tesoro debajo de una piedra y gracias a él recobra su libertad; se viste de mercader y compra gran cantidad de atunes, con los que llena los toneles en los que ha escondido el dinero.

Lo embarca todo en un navío y va finalmente a parar a Ancona. Pero mientras él baja a tierra se desencadena una tempestad que aleja la nave del puerto y la lleva finalmente a las costas del reino de Nápoles. El patrón de la barca, habiendo encontrado allí cerca una posada cuyo dueño le parece honrado, le confía los toneles, dándole al mismo tiem­po las señas del dueño de éstos, por si al­guna vez éste pasara por allí. El mesonero no es otro que Julia, que, después de la desaparición de Otinelo, se había puesto sus vestidos y con el dinero que llevaba consigo había comprado una hostería, a cuyo lado había erigido un hospital para los pobres. Otinelo, mientras tanto, se hace de nuevo a la mar y naufraga miserable­mente, yendo a parar al hospital de Julia, donde encuentra a la vez sus riquezas y la mujer amada. Abiertos los toneles y sa­cado el tesoro, fundan una ciudad fortifi­cada, a la que dan el nombre de Tarento, en recuerdo de los atunes (en italiano «tarantelli») providenciales. Invitan allí a sus viejos padres, entre quienes logran estable­cer la paz, y celebran luego unas magnífi­cas bodas. La aventura se enlaza con la fundación de una ciudad, por medio de una fabulosa etimología. Pero la historia es de origen oriental. En un cuento de Las mil y una noches (v.) el relato se desarrolla aproximadamente en los mismos términos, narrando la aventura del príncipe de Camaralzaman. En Francia la repro­duce la Historia de Pierres de Provenza y de la bella Magalona, también del siglo XV, y del texto francés derivan muchas ver­siones: alemana, flamenca, holandesa, da­nesa e islandesa, española y catalana, rumana, bohemia, rusa, polaca y bizantina.

La versión francesa está impregnada de un sentimiento cristiano que falta, en cam­bio, en la versión italiana: Magdalona funda, en lugar de una posada, una capilla en ho­nor de san Pedro, y un hospital para pe­regrinos enfermos. En la Istoria di Ottinello e Giulia sólo la fortuna conduce al aventurero a buen fin, y no intervienen ni peregrinaciones, ni visiones, ni plegarias, como en la novela francesa. Esta novela vive todavía en la tradición italiana y fuera de ella con leves variantes y cambiando el nombre de los personajes según las regiones. [ Según Menéndez y Pelayo en los Orígenes de la Novela, la edición más antigua de que hay noticia entre las castellanas es la si­guiente, mencionada en el Registrum de don Fernando Colón: Historia de la linda Ma­galona, hija del rey de Nápoles, et del esforzado cavallero Pierres de Provenga (Burgos, 1519). Hay otra en Sevilla, del mismo año. De la versión castellana pro­cede la traducción catalana del siglo XVII, titulada: La historia del Cavaller Pierres de Provenga, fill del conde de Provenga y de la gentil Magalona, filia del rey de Nápols, traduyda de llengua castellana en la llengua catalana per Honorat Comalda (Bar­celona, 1650) y también una versión portu­guesa más tardía (Lisboa, 1783).]

C. Cremonesi

* Es notable la redacción bizantina Imberio y Margarona [’Jarriéptog xod Mapyapcí>V7j], también anónima y de época incierta (qui­zás del siglo XIV), modelada sobre una narración anterior a las ya conocidas, no se sabe si provenzal o francesa. Semejante a las numerosas novelas en verso y en pro­sa de aquella época, y ampliamente difundi­do y varias veces impreso en los siglos su­cesivos, este poema ha llegado a nosotros en tres secciones, la más antigua de las cuales consta de 814 versos de quince sí­labas no rimados, otra de 862 y la más reciente de 1046.

Imberio, único hijo del señor de Provenza, después de discutir con su padre, se aleja de la patria y tras largo peregrinaje llega a la corte de Anápolis, donde se pone al servicio del rey y se ena­mora de la bella princesa Margarona. El soberano, mientras tanto, deseoso de casar a su hija, convoca un torneo caballeresco y la promete como esposa al vencedor, e Im­berio obtiene la palma y la mano de su amada. Lleno de nostalgia de su país, huye ocultamente con su esposa, temeroso de que el rey se oponga a su partida; pero durante el viaje y a consecuencia de extrañas pe­ripecias, los amantes quedan separados. La joven va a parar a la patria de su esposo, cuya dolorosa desaparición relata; amable­mente acogida, acaba siendo abadesa del convento erigido por voluntad suya. Imberio, en tanto, ha caído en manos de unos cor­sarios y es vendido al sultán de los sarra­cenos, pero logra captarse las simpatías de éste y en siete años se hace riquísimo, hasta que resuelve partir en busca de Margarona, y se embarca, llevando consigo, hábilmente ocultos en barriles, sus tesoros. Después de abordar en una isla desierta, es sorpren­dido por el sueño, y los marineros, después de llamarlo en vano, marchan sin él; reco­gido después por otra nave, llega enfermo y pobre a Provenza, donde, sin ser reco­nocido, es cuidado en el hospital del mo­nasterio en que Margarona es abadesa: y los dos jóvenes se reúnen para vivir ricos y felices, pues Imberio recupera impensa­damente los preciosos barriles abarrotados de piedras preciosas, magníficas alhajas y gran cantidad de monedas de oro. No faltan en el Imberio y Margarona claras referen­cias a diversas obras griegas de la época clásica.

C. Brighenti

*  La más conocida de las versiones mo­dernas es el relato La maravillosa historia del amor entre la bella Magalona y el con­de Pierre de Provenza [Wundersame Liebesgeschichte der schónen Magelone und des Grafen Peter aus der Provence], del escritor alemán Ludwig Tieck (1773-1853), publicado en 1796.

Es una obra juvenil de inspiración románticomedieval, en 17 bre­ves capítulos en prosa,, terminados o entre­verados con poesías líricas. La «historia», que se desarrolla en una lenta y calmosa cadencia narrativa, parte del relato de la infancia y adolescencia de un joven de no­ble linaje, de todos querido por su amabi­lidad y apostura. Al llegar a la juventud, Pierre pide permiso a sus padres, los con- – des de Provenza, para alejarse del país y adquirir por medio de los viajes una sólida y madura experiencia. Obtenido el anhelado consentimiento, Pierre parte, y al lle­gar a Nápoles conquista el corazón de la bella Magalona (v.), hija del rey. Una no­che los dos enamorados huyen hacia Pro- venza, donde han decidido casarse; pero mientras Magalona duerme, Pierre, para seguir a un cuervo, se aleja de ella, y habiendo subido a una barca, un súbito temporal le lleva lejos de la costa. Salvado por los musulmanes, es regalado, por su rara belleza, al sultán, el cual le hace pronto su favorito. Pero su pensamiento sigue fijo en la patria y en la bella Maga­lona, la cual, mientras tanto, se ha visto reducida a vivir en la cabaña de un pas­tor.

Por fin Pierre logra huir en una frágil embarcación y es recogido por un navío cristiano que se dirige precisamente a Pro- venza. Pero durante la travesía la nave ancla en un islote y Pierre, que ha bajado a tierra y se ha quedado dormido en un florido prado, es abandonado por sus com­pañeros, que le han buscado en vano. Ésta que parece la suprema de las desdichas, revela ser, al fin, una felicísima casualidad. Pierre es salvado por unos pescadores y conducido a la cabaña del pastor que al­berga a su bella y fiel Magalona. El ritmo de la acción, sencillo y casi pueril, en su estilizada simplicidad, está evidentemente subordinado a la efusión lírica que rebosa de los versos que el joven Tieck compuso tomando por modelo el «Volkslied» (can­ción popular) y el «lied» de Goethe. Por otro lado es manifiesto el gusto romántico por lo ingenuo, lo sencillo y lo maravilloso, que se manifiesta en los protagonistas, todos bellos y generosos, y en la historia entera, envuelta en una atmósfera de amanerada sublimidad. Bastante célebre y ávidamente leída en su tiempo, la Maravillosa histo­ria de la bella Magalona, aun sin poseer un mérito poético muy destacado, sigue siendo un sugestivo documento de los gus­tos de una época.

E. Cione