[Historia delle guerre civili di Francia]. Obra de Arrigo Caterino Davila (1576-1631), publicada por primera vez en Venecia en 1630: luego tuvo más de doscientas ediciones, la mejor de las cuales parece ser la de París (1644). El período histórico que estudia es de los más complicados y atormentados de la historia de Francia: «Contará la circunferencia de esta historia el curso entero de las guerras civiles, que surgidas de improviso después de la muerte del rey Enrique II y variadas en su progreso por extraños y no pensados accidentes, han terminado finalmente después de la muerte de tres reyes, en el reinado de Enrique IV…; guerras civiles que por espacio de cuarenta años continuos (segunda mitad del siglo XVI) han míseramente perturbado el reino de Francia, y desarrolladas de tal modo que de muchos movimientos no aparecen las causas, de muchas deliberaciones no se comprenden los consejos, e infinitas cosas no se entienden por estar encubierta bajo diversos pretextos la inteligencia de los intereses privados». En esta «multitud de accidentes todos importantes y todos grandes, pero enterrados y escondidos bajo las vastas ruinas de las disensiones civiles», en este complicado juego de intrigas políticas y fanatismos religiosos, de intereses privados y de razón de Estado, de obscuro trabajo social y de ambiciones personales, Davila se mueve con un extremado dominio del asunto.
Estaba muy informado de los acontecimientos por haber residido largo tiempo en la corte de Francia. Él mismo, en las primeras páginas de la obra, dice: «espero poder acercarme al orden propio y a la explicación natural de aquellas cosas, las cuales, durante largos años de práctica en las cámaras de los reyes y estando continuamente en las primeras filas de los ejércitos, he aprendido por mí mismo con la experiencia y a ras de los hechos». Y en otro lugar: «habiendo yo sido llevado en el curso de mi trabajosa fortuna y ya desde los primeros años de mi infancia a las regiones más interiores del reino de Francia, donde durante el largo tiempo de mi residencia he tenido oportunidad de escuchar con mis propios oídos las más notables y las más recónditas circunstancias de tan señalados acontecimientos… y cuando yo no he podido estar presente, he procurado no obstante ser diligentemente informado por aquellos mismos que entonces gobernaban los asuntos de la corona». Pero aparte de lo completo de la información, destacan en esta obra las cualidades del historiador del Renacimiento: fina intuición política, agudo sentido de la realidad, formidable capacidad de análisis y de juicio, eficacia fría y terrible en el revelar las intrigas y los motivos personales, «encubiertos bajo diversos pretextos». Éstos son los méritos: pero, como se ha observado justamente, éstos son también en cierto sentido los límites de la obra, porque el exasperado «realismo» del historiador le impide a menudo sentir y poner justamente en relieve el móvil religioso.
C. Cipolla