Historia de la Revolución de Inglaterra, François Guizot

[Histoire de la révolution d’Angleterre] Fue largamente preparada y llevada a término en dos etapas (1827-1874) por François Guizot (1787-1874), quien a su vasta mente de historiador (v. Cursos de historia moderna) unía el espíritu del político, solícito por los nuevos destinos hacia los cuales los gobiernos liberales de quien él fue guía eminente, iban a diri­gir a Francia. La revolución, que desde 1640 a 1660 agobió a Inglaterra, le ponía ante los ojos el ejemplo de una experien­cia política afinada y atemperada por las diferentes exigencias antitéticas, como le faltaba todavía a Francia, trastornada por los torbellinos violentos del Terror y el despotismo. Guizot estudia en sus dos pri­meros volúmenes la consolidación del es­píritu de libertad política en el Parla­mento y del espíritu de libertad religio­sa, presbiteriana y antiepiscopal, en el pro­pio seno de la monarquía bajo el reina­do de Carlos I, como de elementos com­plementarios para realizar el fin común de liberación de tutelas opresoras.

En su Dis­curso, escrito para servir de prefacio a la segunda parte de la obra, revelará el se­creto de aquel acontecimiento: «todas las grandes pasiones de la naturaleza humana se desencadenaron sin que ella rompiese todos sus frenos; y las esperanzas y las ambiciones de eternidad quedaron a los hombres cuando creyeron que las esperan­zas y las ambiciones terrenas habían fra­casado». La sutil e insidiosa lucha en que el Parlamento fue puesto a prueba por la sagacidad de Cromwell, y de la cual salió libremente victoriosa la monarquía consti­tucional de los Estuardos, fue cumplidamen­te reconstruida por Guizot sobre docu­mentos diplomáticos inéditos, precisamente cuando, después del 1848, había caído en Francia la monarquía constitucional de los Orleáns. Pero el nuevo talante político no apartó el ánimo del escritor de su trabajo. Las figuras de Cromwell y de Monk cam­pearon en una clara y penetrante evidencia de situaciones psicológicas y políticas; la conciencia de los fines alcanzados, por me­dio de una revolución primero deseada y después maldecida, da a todo este aconte­cimiento histórico su sello moral. El ojo del diplomático y la humanidad del histo­riador se conciertan en la sobria y madura elegancia del estilo.

L. Rodelli

Se interesa únicamente por las ideas, las ideas generales, que pone de relieve con raro poder de expresión. (Lanson)