[Storia. Dell’etá barocca]. Obra de Benedetto Croce (1866-1952), publicada en Bari en 1929; como integración y síntesis de varios estudios sobre el siglo XVII, examina completamente el «pensamiento, poesía, literatura y vida moral» de un gran período histórico con el fin de fijar el concepto de «barroco». Polemizando contra la historiografía más reciente, en especial la alemana, que ha dado a la definición del «barroco» un valor positivo, Croce, aunque «por conveniencia práctica» admita este término incluso en el título de su obra, afirma «su valor estético negativo» propio de «una edad de depresión espiritual y de esterilidad creadora». En dicho sentido la ceñida investigación de diversos documentos literarios y filosóficos muestra en el barroco sólo decadencia e hinchazón, desde la preceptiva hasta la historiografía política, desde la «pseudopoesía» refinada y conceptista hasta la prosa oratoria y didáctica.
Su definición es, pues, abiertamente negativa; pero al mismo tiempo trata de aislar, en la vida del pensamiento y de la poesía, acentos sinceros, imágenes sentidas, una aguda comicidad y reflexiones profundas. En consecuencia son valorados como positivos muchos documentos literarios y filosóficos, generalmente confundidos con las manifestaciones de la edad barroca, que son destacados como progreso sobre la edad precedente. Esta obra, bien construida en lo que respecta al planteamiento polémico y al examen de algunos temas particulares, no toma en cuenta, por confesión implícita del autor, las artes figurativas ni la música, que son las que precisamente aportan fundamentales contribuciones a la definición positiva del «barroco». Ello muestra, pues, una falta bastante notable que la crítica más reciente ha querido subsanar partiendo precisamente de una comprensión más íntima de lo que es un «gusto» y una «civilización». La obra de Croce, fundamentalmente segura en lo que respecta al examen de la vida moral e intelectual de una época, está considerada como documento historiográfico de primer orden por la condena de las superestructuras «henchidas» y «preciosistas» y, en consecuencia, de las definiciones más falsas del «barroco».
C. Cordié