[Storia di Sardegna]. Obra de Giuseppe Manno (1786- 1868), publicada en 1825-27 en cuatro volúmenes, y más tarde aumentada y corregida en una tercera edición de 1835. El autor se remonta a la primitiva colonización de los fenicios, que explotaron la plata de la isla y dejaron su huella en los «nuragos», según él monumentos sepulcrales. Griegos, iberos, celtas, etruscos, la habitaron, y una tradición aceptable atribuye el origen del nombre a un venerado Sardus pater, llamado hijo de Hércules, procedente de Libia. De la dominación cartaginesa Cerdeña pasó a la romana, contra la que tuvo obstinadas rebeliones. Sin embargo, recibió la huella romana en numerosas construcciones y trabajos públicos y en el idioma, que aún hoy conserva del latín trazas más vivas que cualquier otro dialecto. En su historia religiosa destacan los nombres del obispo Lucífero de Cagliari, del papa Hilario y de muchos mártires, entre ellos el popular San Efisio. Devastada por los vándalos, Justiniano restableció el orden en ella. Entonces empezó para Cerdeña una vida más autónoma que dio lugar a la magistratura indígena de los Jueces, entre los cuales figura la célebre Eleonora D’Arborea. El Papado, Pisa, Génova y Aragón lucharon en la Edad Media por la supremacía en la isla, expuesta a los ataques de los moriscos.
Sin embargo, la huella más duradera la dejó la larga dominación española. El autor analiza detalladamente sus instituciones, métodos y resultados, concluyendo que, a pesar de sus defectos, logró ganarse la devoción y la fidelidad de la isla. Sin embargo, la región había perdido la prosperidad de antaño: las incursiones moriscas, el sistema feudal, el agotamiento de la tierra antaño fértil, redujeron su población de dos millones a medio millón. Tras ilustrar las benéficas reformas de los Saboyas, el historiador concluye su narración con la muerte de Carlos Manuel III en 1775. Más tarde fue continuada con la Historia moderna de Cerdeña del año 1775 a 1799, en dos volúmenes, publicados en 1842, donde se narran las vicisitudes revolucionarias de la isla hasta la llegada de Carlos Manuel IV, desterrado del Piamonte, utilizando la rica documentación del mismo Gobierno sardo y- de archivos regionales y particulares. La obra de Manno fue superada pronto por el fervor de indagaciones geográficas, etnográficas, arqueológicas, históricas y folklóricas de que fue objeto su región nativa en los últimos decenios: sin embargo, sigue siendo clásica por su construcción, por el empleo escrupuloso y atento de las fuentes de su tiempo, por su mérito literario, y todavía no ha sido substituida por otra obra de síntesis.
P. Onnis