Entre los numerosos himnos de los babilonios y asirios, dirigidos a las más importantes de sus respectivas divinidades, destaca por su elegancia de forma, por su aliento lírico y por su extensión, un himno a Samas, dios del sol, que es hasta hoy el más bello himno de la literatura mesopotámica que se conoce y que puede sólo parangonarse con otro hermoso himno del período paleobabilónico, dirigido a la diosa Istar. Los asirios y los babilonios escribieron muchos otros himnos al dios del sol, todos en su mayor parte de carácter conjuratorio, ya que el sol era el dios que iluminaba las tinieblas desalojando de sus escondrijos a los perversos demonios y las brujas. Todos los himnos a Samas están en verso. Una colección de himnos a Samas ha sido publicada por Schollmeyer, Sumerisch-babylonische Hymnen und Gebete an Samas (Paderborn, 1912).
G. Furlani