[Sonetui Venec]. Estos sonetos encadenados de France Preseren (1800-1849), dedicados a Julia Primceva y editados en marzo de 1834 en Liubliana, son, junto con los Sonetos del amor, los Sonetos del dolor y los 53 versos del poema El bautismo en el Save (v.), muestra esplendorosa de la literatura eslovena. Las generaciones yugoslavas no tienen lírica amorosa más perfecta. En el prólogo, el poeta recuerda el Sábado Santo de 1833, cuando, en el templo de Dios, la pura llama de dos ojos lanzó en su corazón una ardiente chispa que fuerza alguna habría de apagar. Teme el poeta que la reina de su corazón y las bellas eslovenas, habituadas a conversar en lengua alemana, desprecien los cantos del Parnaso patrio, y aspira a eternizar su nombre, con el de Julia, en la suave habla del pueblo, proponiéndose también despertar a la nación y verla feliz como en los tiempos del rey Samo, antes de que las discordias acabaran por someterla al yugo de Pipino. Consciente de la alta misión del poeta, Preseren advierte a los pueblos que la poesía no se puede pasar por alto impunemente. La historia demuestra que no existe fuerza que pueda amansar las fieras humanas, como la voz divina del hijo de Apolo y de Clío. Porque las voces palpitantes de la cítara de Apolo son canto, poema, amor, gloria, arte, belleza, progreso y cultura. Es original también la ironía con que el poeta ataca a los que no comprenden su poesía y, todavía más, a los libertinos que conceptúan su labor como demasiado inocente, así como a los beatos que juzgan sus cantos inspirados por el demonio. Algunos sonetos, publicados en revistas italianas, han sido traducidos por U. Urbani.
U. Urbani